Además, se reutilizaron materiales que daban un mayor prestigio al contenedor por su valor económico, principalmente metales nobles tales como oro, plata, joyas, esmaltes, ágatas, marfiles o sedas, con los que se revestían las arcas de madera.
Por otro lado, se reutilizaban aquellos cofres que, siendo originalmente objetos cotidianos por su ornamentación, lo hacían especialmente bello y valioso.
Era común en la Edad Media la reutilización de materiales para crear obras nuevas, aunque esta cuestión no se ve reflejada en la sección a analizar.
Teniendo esto en cuenta, no se valora en sí la antigüedad del objeto, sino su origen fuera del cristianismo y su capacidad de evocar un ambiente dinástico o cortesano específico, cuya belleza es reinterpretada por el nuevo receptor.
Esto no significa que cuando los objetos se recontextualizan nieguen por completo su función anterior, siguen existiendo, pero en contextos diferentes esta existencia debe ocultarse.
Las obras de arte, arquitectura y objetos cotidianos eran diseñados para perdurar a lo largo del tiempo.
Esta mentalidad contrasta con la cultura actual del consumismo, donde los productos a menudo se producen con una vida útil limitada.
Muchas obras de arte medieval representan una estrecha relación con la naturaleza y a menudo incorporan elementos naturales en su creación.
Este enfoque contrasta con la cultura actual, donde la producción masiva a menudo implica un impacto ambiental significativo.
Ese arte medieval también refleja valores comunitarios y la importancia de la vida en sociedad.
En contraste, la cultura del consumismo contemporáneo puede estar más centrada en el individuo y en la acumulación de bienes materiales.
Si bien el arte medieval no proporciona soluciones directas para revertir los efectos dañinos del consumismo actual, puede inspirar una reflexión más profunda sobre nuestros valores y comportamientos.
La simplicidad, la durabilidad, la apreciación de la artesanía y una conexión más estrecha con la naturaleza son conceptos que podríamos considerar al abordar los problemas asociados con el consumismo desmedido.
Estas reliquias debían guardarse en sitios apropiados que permitieran su exposición a los fieles.
Para la veneración pública de las reliquias en aquellos primeros siglos bastaban los sepulcros y altares que las contenían.