Situada en una depresión erosiva excavada en la facies margosa terciaria, a la izquierda del Río Gállego, goza de cielo alegre y clima saludable.
Con terreno apto para el regadío, en general es de secano, flojo y pedregoso, formado por extensos llanos salpicados por pequeños cerros aislados.
Desde la escuela los maestros trataban el aragonés como vulgar, un idioma de analfabetos y rudos.
Gobernando en Zaragoza el musulmán Yahyà b. Mundir al-Muzaffar (1022-1036) y ante el acoso del cristiano Rey navarro Sancho el Mayor (1000-1035) fue indispensable levantar una fortaleza defensiva de las tierras llanas.
Entre los años 1118 y 1122 el rey de Aragón Alfonso I el Batallador crea un burgo en un altiplano más al sur del cerro.
Hoy gran parte de sus residentes se dedican a la agricultura y para otros es ciudad dormitorio.
Hay un escaso comercio y una progresiva industria de servicios que intenta dar a Ayerbe un enfoque turístico.
Como consecuencia de la Desamortización, el convento fue abandonado por los religiosos dominicos y destinado a posada.
En lo más alto del cerro, en cuyas faldas está el pueblo, hay restos de una construcción que se remonta a época musulmana y debió ser rehecho tras la reconquista.
Era edificio exento que estaba acomodado al desnivel del terreno mediante obra de cantería.
El recinto está recorrido en todo su contorno por un banco de madera apoyado en el muro, y con soportes torneados.
El interior del templo presenta un conjunto destacadamente barroco por la decoración mural con la que armonizan los otros elementos.
Esta fachada del pórtico queda enmarcada por pilastras semiempotradas lisas que sostienen una estructura adintelada, bajo la cual las enjustas tienen puntas de diamante, y que, a su vez, sostienen un frontón delimitado con molduras de inspiración barroca.
Localización: 42º 15' N 0º 41' O (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
Es edificio exento del siglo XII, construido en sillería que conserva las marcas de cantero.
Los tramos están separados por arcos de diafragma, deformados en la actualidad, que sostienen la cubierta a dos aguas.
La Cofradía fue dotando a la ermita de todo lo necesario para el mejor desarrollo del culto divino: libros, ornamentos, bancos, un armario y una mesa en la sacristía.
A finales del siglo XIX fue necesario obrar nuevamente en el edificio para preservarlo de la ruina.
La entrada consiste en un arco de medio punto compuesto por 13 largas y estrechas dovelas (caso único en Ayerbe); en la dovela clave campea un escudo, cuartelado, timbrado por un círculo donde está insertada una cruz griega que termina en brazos flordelisados.
Estas tres gárgolas (otro caso único en Ayerbe) se apoyan en otros tantos canes de piedra.
Otras aves que pueblan el territorio son azores, becadas, búhos reales, cárabos, carboneros, codornices, cuervos, golondrinas, gorriones, grajos, halcones, herrerillos, lechuzas, mochuelos, palomas, perdices, petirrojos, tordos y quebrantahuesos.
Mucha superficie es ocupada por tierra de labor muy bien utilizada y circundada por matorral que convive con las aliagas, boj, enebro, gayuba, lavanda, romero, tomillo.
El último domingo de enero se celebra la fiesta en honor al apóstol San Pablo.
Todos los años los ayerbenses lo celebran con copiosos almuerzos en torno a la ermita que suele rematarse en comida si la fría mañana de enero lo permite.
Comienza la fiesta el sábado con gran verbena que se alarga hasta el domingo con almuerzo y comida en la ermita.
Procesión con Santa Leticia, de cuya peana cuelgan las uvas que, bendecidas, las repartirán los quintos por las casas.
El boyante comercio, hoy ajado, que desde la Edad Media y hasta mediados del siglo XX floreció en esta Villa, hizo a sus gentes con espíritu hospitalario, virtud que hoy orientan al turismo con sugerentes propuestas hosteleras y de alojamiento.
En Ayerbe podrá disfrutar el huésped o viajero de su gastronomía y especialidades propias.
La base son siempre los productos naturales, tan variados en esta tierra y el resultado múltiples platos locales: ensaladas, sopetas, hervidas, migas a la pastor, migas con setas, verduras (borraja, bisaltos, habas tiernas, cardo, col, broquil...), lentejas, caracoles, salmorejo, pollo al chilindrón, cabrito asado, ternasco asado o en chuletas, caldereta, cordero a la pastora, madejas de corder (chiretas), tortetas, morcillas y embutidos variados.
[12] En 2024 recibió el Premio Pueblo Cultural Aragonés del Año, otorgado por El Periódico de Aragón y Prensa Ibérica.