Hay coro a los pies sobre lunetos y con frente de arco carpanel.
Su fábrica es del siglo XVI, conservando obras de diversas épocas.
Cubierta con cúpula barroca, con curioso y no muy frecuente adorno pinjante en su centro; en sus pechinas, ostenta el escudo de los Ena.
Llama la atención la forzada postura de Jesucristo en la cruz (siglo XVIII).
Interesantes son las puertas del armario del tesoro y algunas piezas de éste, como las dos cruces procesionales (siglo XVI), algunos cálices (siglos xv al XVII) y otros objetos de culto.
La superior reproduce la aparición de la Virgen a Santo Domingo (siglo XVIII).
Lleva cabello natural y sus rasgos faciales parecen tener influencias centroamericanas o sudamericanas.
La sillería del coro, está realizada toda en madera de nogal, barnizada en color oscuro.
Su instalación no se hizo correctamente, por cuanto no se contempló la existencia de sillas en chaflán y por lo que el sitial del extremo derecho, según la presidencia, quedó prácticamente inservible.
Los sitiales están dispuestos en una sola hilera, desestimándose la existencia de sillas altas y bajas.
Los sitiales ubicados en el frente derecho son ligeramente más estrechos que los demás.
Las sillas constan de asiento abatible con misericordia, apoyabrazos superiores, apoyamanos inferiores y respaldo alargado.
El sitial del extremo derecho tiene asiento fijo careciendo de misericordia.
Al ejecutar esta sillería se supieron combinar magníficamente varios estilos artísticos, resultando un buen trabajo de gusto ecléctico.
La disposición del mismo, y la caja o fachada, se asemejan mucho al órgano de Tauste.
Salieron a recibirles el clero, doña Greyda con sus cuatro nietas y el pueblo en masa.
Como consecuencia de la desamortización, el convento fue abandonado por los religiosos dominicos y destinado a posada.
En 1964, después de ser promulgado el decreto "Sacrosanctum Concilium", primera de las constituciones aprobadas por el Concilio Vaticano II, D. José Cor, cura párroco de Ayerbe, entendiendo a su manera el Capítulo VII puntos 124 y 125, destruyó algunas de las imágenes que adornaban el Altar Mayor (santa Leticia, santa Bárbara, san Lorenzo y san Vicente), además se deshizo del facistol del coro y descolgó los dos púlpitos con sus tornavoces o doseles que había a la entrada del presbiterio, de los que uno desapareció.