El término se asocia especialmente al crítico e investigador italiano Mario Praz, quien lo usó para describir la atmósfera agobiante y desordenada del diseño de interiores en la época victoriana.
Su respuesta, «¿Y lo aborrece más en París que en Chamonix?», aludiendo al diferente espacio dejado por el mismo barómetro de mercurio al ensayarse en estas dos ciudades (debido a la distinta altitud entre las dos ciudades, lo cual significaba distinta presión atmosférica entre ellas), fue concluyente para determinar quiénes tenían la razón.
En comunicación, el barroquismo del eclecticismo y la posmodernidad, la hiperconectividad de la era internet, han cargado el espacio físico.
[3] Se puede relacionar a Luis de Góngora y el culteranismo con el horror vacui, dado que sus características son atribuibles a un «miedo» por no decorar los versos con palabras ornamentales y ostentosas aparte del excesivo uso de formas cultas del lenguaje.
En 1966, el escritor, poeta y ensayista neerlandés Jacques Hamelink (n. 1939), escribió una obra con el título Horror vacui, traducida al francés y editada por Albin Michel en 1970.