Doctor de la Iglesia

Los sermones leídos tradicionalmente en el festival son obra de Cosme Vestítor, renombrado orador del siglo X, y las representaciones iconográficas de los tres jerarcas son frecuentes en la arquitectura eclesiástica bizantina.

La tradición escolástica elaboró por su parte la noción de los cuatro doctores, y esta se vio confirmada ya en 1298 por Bonifacio VIII, quien publicó una decretal que ordenaba honrarlos especialmente.

Mientras en Oriente la dignidad de doctor no ha estado asociada a ninguna definición formal, y otros teólogos además de los arriba mencionados se honran ocasionalmente con ese título —en especial San Gregorio Niseno, San León I Magno, San Máximo el Confesor, San Juan Damasceno, Simeón el Nuevo Teólogo, Gregorio Palamás y Marcos de Éfeso—, la Iglesia católica vincula el título a tres condiciones: la eminens doctrina, es decir, la eminencia doctrinal en materia de teología y culto; la insignis vitae sanctitas, es decir, un elevado grado de santidad, y la Ecclesiae declaratio, es decir, una proclamación formal por parte de la Iglesia, que Benedicto XIV precisó como afirmada por el sumo pontífice o por un Concilio Ecuménico.

Los doctores de la Iglesia son honrados con una liturgia especial en la misa oficiada en su honor.

Estos dos últimos son los rasgos característicos del oficio doctoral, pues en la fiesta de algunos santos —en particular Juan Damasceno, pero también Atanasio, Basilio y Cirilo de Jerusalén— se ofician misas especiales.

En 2011, el vaticanista Sandro Magíster mencionó varios candidatos posibles.