En sentido estricto, el apostolado tiene una significación eminentemente religiosa en el marco del cristianismo, mientras que en sentido laxo puede aplicarse a ciertas profesiones o actividades que, en su buen ejercicio y bajo ciertas circunstancias, signifiquen un nivel eminente de entrega y dedicación (v.gr., «en situaciones de carencia, la enseñanza es un apostolado»; o «ejerció la Medicina como un apostolado», etc.).
Los términos «misión» y «misionero» provienen del verbo latino mitto, que significa enviar, exactamente igual que las palabras apóstol y apostolado.
La palabra apóstol es eminentemente analógica y se aplica en grados muy diversos a los sujetos de atribución.
[4] Los cristianos evangélicos creen plenamente que el título del apostolado como tal solo le corresponde bíblicamente a los apóstoles ordenados personalmente por Cristo; no obstante, muchas congregaciones evangélicas creen en "el don del apostolado" actualmente, es decir, misioneros que son llamados por Dios específicamente para fundar iglesias en diferentes naciones.
De ello advertía ya el poeta y místico cristiano san Juan de la Cruz: Como error diametralmente opuesto al activismo se encuentra el quietismo, que busca refugiarse en la oscuridad e indolencia movido por una falsa prudencia.