Rebelión de Túpac Amaru II

Katari sitió La Paz durante seis meses en dos ocasiones en 1781 con sus pobremente organizadas fuerzas que alcanzaban el número de 40 000,[5]​[7]​ en su mayoría aymaras,[10]​ falleciendo 15 000 a 20 000 personas.

De cualquier modo, estos últimos se demostraron tan ambivalentes como los criollos y los caciques, respecto a la rebelión.

[30]​ Además, Tupac Amaru aprisionó a los corregidores y españoles abusivos, pero raramente los ejecutó sin pensar tratando de mantener la violencia rebelde controlada, algo que pronto cambiaría.

[33]​ La táctica rebelde seguía un procedimiento estándar: mientras los exploradores buscaban enemigos y provisiones, Túpac Amaru ofrecía un discurso apasionado sobre su movimiento desde las escaleras de la iglesia.

A continuación, entró en Lampa, donde saqueó la casa del corregidor Horé y, posteriormente, le prendió fuego; el mismo destino tuvieron las propiedades de prominentes vecinos realistas.

[2]​ En el Valle Sagrado, Diego Cristóbal Túpac Amaru avanzó de Catca a Pisac, sin embargo los realistas, dirigidos por Pumacahua, lo detuvieron en Huayllabamba y en Yucay.

[49]​ Miles de tropas uniformadas, con sus armas brillantes bajo el sol, impresionaban e intimidaban a la población local, cambiando la naturaleza del conflicto.

[49]​ Del Valle creía que Túpac Amaru deseaba retornar al sur, y también tomar la importante zona agrícola de Paucartambo.

Tanto el motín como la estrategia fallaron, y los rebeldes mataron a varios miembros de la familia Castelo en una emboscada.

Diego Cristóbal sitió Paucartambo y saqueó la mayoría del área, aunque tuvo poco éxito en tomar Calca en el Valle Sagrado.

Pero, mientras las fuerzas rebeldes plantaban sus tiendas para enfrentar el mal tiempo, un prisionero fugado llega al campamento realista y da aviso de la maniobra sorpresa que se desarrollaría en esa noche.

[49]​ Los rebeldes no lograron dominar el campo realista y se retiran a las 8 de la mañana del día siguiente.

Los realistas lamentarían mucho que Diego Cristóbal, Andrés Mendigure y Mariano Tupac Amaru no hubieran sido capturados.

[56]​ Para mayo de 1780, mientras los nuevos líderes coordinaban ataques y supervisaban las estrategias, los seguidores rebeldes, cada vez más independientes, tomaban frecuentemente los asuntos en sus propias manos, aumentando la violencia desde abajo.

Dámaso Katari expresaba su confianza en lograr el apoyo de Túpac Amaru, sin embargo la alianza no se pudo concretar.

[58]​ Al ser un figura desconocida y humilde, los españoles inicialmente creyeron que Túpac Amaru estaba detrás de la violencia desatada en el área.

[58]​ A inicios de 1780, Tupac Katari supervisó los ataques en Sicasica, entre Oruro y La Paz, mientras sus seguidores extendían la lucha por todo el camino al lago Titicaca.

[58]​ Quienes huyeron del Collao llevaban relatos al Cusco de indígenas rebeldes que decapitaban personas, ahogaban niños, mutilaban cuerpos y bebían su sangre.

Estos rebeldes autónomos asimilaban mejor las tácticas realistas de buscar exterminar más que derrotar y desarmar al enemigo.

[69]​ Su coraje conmocionó a Del Valle, así como que varios de ellos luchaban hasta la muerte o se lanzaban sobre los acantilados para no ser capturados.

[74]​ Mientras sucedían esas batallas, Diego Cristóbal se encontraba cerca, moviéndose entre Carabaya y Puno, la ciudad más importante de la región.

El ataque duró varios días en los que grupos insurgentes presionaban hacía la plaza principal, mientras otros asaltaban los depósitos de armas en las afueras.

[69]​ Del Valle, quien enfrentaba constantes emboscadas y escaramuzas en su travesía a Puno desde Carabaya, escribió una carta al corregidor Orellana el 19 de mayo informándole que los refuerzos estaban en camino.

[6]​ A inicios de octubre, Andrés Túpac Amaru intentó repetir su estrategia en Sorata y represar el río Choquepayu para inundar La Paz.

Sin embargo, desesperados por el hambre, los líderes de la ciudad decidieron abandonarla si los refuerzos militares no llegaban en los próximos días.

En una carta del 3 de noviembre, el obispo llamó a Diego Cristóbal y Mariano «hijos míos», pero también los reprendió por la rebelión.

Se firmó un papel en el cual cada lado prometía no dañar a indígenas o españoles y permitir que cualquiera pudiera circular.

No obstante las consideraciones quedaron de lado durante el desarrollo del conflicto y en las etapas tardías de la guerra los rebeldes atacaron a cualquiera que fuese parte del mundo colonial español -incluyendo a quienes solo hablaban español o vestían ropas occidentales- mientras que los realistas apuntaron hacia toda la población indígena.

[99]​ Las autoridades realistas que quedaron a cargo del Cuzco iniciaron una intensa campaña contra la cultura andina y la memoria colectiva de los incas.

Las reformas de Areche no lograron erradicar el quechua o la cultura andina, como tampoco pudieron asimilar a las masas indígenas al mundo católico español.

Dibujo que representa el intento de descuartizamiento de Túpac Amaru II en la Plaza de Armas del Cusco.