No se debe confundir con otras posturas: La exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero es denominado chovinismo;[1] mientras que otros términos relacionados son jingoísta (que propugna la agresión a otras naciones)[2] y patriotero (exaltación inoportuna de sentimientos patrios).
(…) El auge del patriotismo en la Europa moderna resulta mucho más inteligible en términos de oposición política antes que como un precoz despertar étnico».
[7] Esa lealtad y devoción no se circunscribía a los miembros de la realeza sino que se extendía «a todo un complejo político que abrazaba inextricablemente personas, objetos, símbolos o mitos, y poderes».
Así por ejemplo «en la Europa moderna ser austríaco significaba más que nada pertenecer a la Casa de Austria; una forma, pues, de lealtad dinástica antes que una adscripción territorial o nacional».
Así pues, «la lealtad a un mismo rey (y con frecuencia a una misma religión, que por lo general encarnaba asimismo el monarca) era, en efecto, el único lazo susceptible de mantener unidas las distintas partes del conjunto».
[16] La palabra «patriota» fue utilizada por primera vez en sentido político —más allá del sentido originario de paisano, del mismo país— por los rebeldes corsos en su levantamiento iniciado en 1729 contra la República de Génova —«patriota» sería aquel que ama tanto a su país que está dispuesto a morir por él—.
Después se llamaron a sí mismos «patriotas» los revolucionarios franceses de 1789.
En muchas partes de Europa, no obstante, mostrar banderas u otros símbolos considerados patrióticos está mal visto por algunas personas que lo consideran jingoísta, poco culto, e incluso en ciertos países, racista.
El término ha sido usado históricamente para justificar actos de violencia indiscriminada, sean espontáneos o premeditados.
La persecución entre seres humanos va mucho más allá de estar dirigida a grupos étnicos, políticos o religiosos.
Cualquier diferencia identificable en apariencia o comportamiento puede servir de base a la persecución.
En retórica, pues, sirven para persuadir con sentimientos en vez de con razones a quienes se convencen más con aquellos que con estos, utilizada frecuentemente por políticos y caudillos, no siempre para bien; esto dio lugar a que el doctor Samuel Johnson lo definiera como «el último refugio de los cobardes», confundiéndolo con el sinónimo despectivo patrioterismo.
Existen ideologías opuestas al patriotismo, con diferentes nombres: globalización, internacionalismo o mundialismo.