Fueron padres de Ana María Lorenza de Loyola Coya, que siendo niña quedó huérfana, y fue enviada a España para ser criada por su familia paterna.
[8] Sin embargo, inmediatamente después surgieron personas que demandaron la reclamación del título, apelando que poseían algún parentesco cercano o lejano con la última titular.
[10] Por lo que el titular del marquesado era reconocido automáticamente como el más importante de entre toda la nobleza Inca bajo la concepción europea, es decir que poseían la "primogenitura imperial" (razón por la cual en la Corte del Rey los conocían como los "Infantes del Perú" ), mientras que para el resto de panacas incaicas eran un Primus inter pares entre ellos.
Por lo que pertenecía a un rango medio-alto dentro del sistema nobiliario español.
[13] Para cuando quedó extinta la sucesión, se percibió como un gran alivio para los Borbones (más centralistas que los Habsburgos) contra lo que se percibía era un insulto a su entendimiento afrancesado y regalista de la soberanía del Rey para afianzar el Absolutismo español.
Para iniciar este proceso de probanza, que podía durar muchos años (y que además traía consigo muchos gastos) primero uno debía de ser reconocido como descendiente legítimos del soberano Sayri Tupac por vía patrilineal, siendo así un miembro certificado del Ayllu Real de los Incas por el Consejo de los 24 Electores Incas del Cuzco.
Fue así que José Gabriel decidió acudir a la Real Audiencia de Lima, esperando encontrar allí justicia.
[22][23][24] Sin embargo, ambas familias perdieron mucho, tanto su honor (ya que ambos quedarían con la infamia de usurpadores a largo plazo), como grandes sumas de dinero en juristas, genealogistas, apoderados y heraldos.
Por lo que, para los jueces del Virreinato del Perú, ni Túpac Amaru o Betancur, aún teniendo apoyo de los Incas del Cuzco o de los indios plebeyos, y aún si hipotéticamente pudieran haber demostrado su ascendencia, no habrían podido legitimarse como descendientes de Túpac Amaru ni recibir ese reconocimiento por parte del gobierno español con facilidad.
Además, las autoridades judiciales del Virreinato del Perú, documentándose con el Archivo General de Indias, puede que se hayan dado cuenta de las inconsistencias en la genealogía y reclamos de ambas familias nobles, ya que los Betancur-Tupac Amarú habían logrado legitimarse en varias instancias gubernamentales con documentación falsificada (pues el soberano Túpac Amaru I del siglo XVI nunca tuvo un hijo llamado Juan Túpac Amaru, ni una hija llamada Juana Pilcohuaco, puesto que su descendencia quedó extinta y sería imposible que tuviera descendientes en el siglo XVIII), y la misma familia de José Gabriel Túpac Amaru se había legitimado con un árbol genealógico falso que partía del soberano Túpac Amaru I (cuando Juana Pilcohuaco, tatarabuela de José Gabriel, era en realidad hija de Titu Cusi Yupangui).
[29][25][30][31][32] El litigio por los derechos legales del mayorazgo de los incas ante la Corona Hispana entre la familia Betancourt Tupac Amaru sería de las controversias históricas más polémicas actualmente en la historiografía peruana y que genera muchas sensibilidades en el Cuzco.
Esto fue posible ya que se dieron algunos cambios de legislación en España, influenciada por los diversos procesos históricos y sociales en Europa durante el siglo XIX, y por el que se haría posible que muchos españoles reclamen títulos nobiliarios que en el pasado habían pertenecido a linajes cuyos titulares radicaban en América (ya no habiendo algún motivo en la Corona para seguir reteniendo el título de Marqués de Oropesa, tras consumarse la Independencia del Perú).