Ya en fecha tan temprana como en 1501, los Reyes Católicos establecieron un sistema para recaudar impuestos y tributos en La Española para asegurar la justa parte que les correspondía.
La gestión estaba encomendada a los contadores, tesoreros, veedores y factores, que tenían la categoría de oficial real.
Se establecieron procedimientos para prevenir el fraude y se utilizaba el sistema de las tres llaves, por el que no se podían hacer entradas o salidas en la caja sin la presencia simultánea de los oficiales que tenían cada uno una llave para poder abrirla: contador, tesorero y el oficial más importante del distrito fiscal (el virrey en persona, el oidor decano de la Audiencia o el gobernador).
Cada caja debía gestionar sus ingresos, hacer los pagos y remitir los sobrantes a la Corona.
Pero no siembre el resultado era satisfactorio y, en algunos casos, los gastos superaban a los ingresos.