Se escoge un terreno de naturaleza arcillosa que dificulta la pérdida del agua embalsada.
[2] En las salinas de interior, como las de Añana en el País Vasco español, el agua salada se conduce a unas extensiones horizontales denominadas granjas, y en las que el agua se reparte en parcelas o eras.
Este impacto lo sufren en mayor medida las salinas de interior, ya que la explotación se concentra más en las grandes salinas costeras, cuyos costes de producción son menores y tienen recursos para incorporar maquinarias y otros sistemas industriales.
No obstante algunas salinas de interior están siendo reconstruidas o mantenidas por sus respectivos ayuntamientos por su valor etnográfico e histórico.
[cita requerida] Alberto Plata Montero, El ciclo productivo de la sal y las salinas reales a mediados del siglo XIX, Vitoria, 2006 (Ver índice de la obra así como: [1])