Una tienda de campaña en España, caseta en Canarias y carpa en Hispanoamérica (del quechua karpa[1]) es una pequeña casa portátil destinada a ser colocada en el campo para albergar una o más personas.
Se calcula que los nativos ya la utilizaban desde tiempos antiguos, aproximadamente desde el año 10 000 a. C. al 4000.
A principios del siglo XX ya se hallaban ampliamente diseminadas en el excursionismo.
Las tiendas de campaña se utilizan también como albergues provisionales para los ejércitos en sus incursiones militares, mucho más comunes en la antigüedad.
Las tiendas pequeñas pueden ser lo suficientemente ligeras como para transportarlas largas distancias en una bicicleta de paseo, una embarcación, o cuando se practica el mochilismo.
El segundo tipo son tiendas más grandes y pesadas que suelen transportarse en un coche u otro vehículo.
Algunas tiendas muy especializadas tienen postes con resorte y pueden montarse en segundos, pero se tarda algo más en desmontarlas.
Diferentes paisajes de Homero prueban que estos héroes no vivían bajo tiendas.
[5] Las tiendas son utilizadas como vivienda por nómadas, campistas recreativos, soldados y víctimas de catástrofes.
Desde la Edad Media, se conjetura, por el dicho de escritores respetables, que hasta el siglo XVII solo había tiendas para los reyes, generales y oficiales superiores y que los demás individuos se guarecían bajo chozas o barracas.
Los militares prefieren las tiendas porque se montan y desmontan con relativa rapidez, en comparación con otros refugios más tradicionales.
Los militares estadounidenses están empezando a utilizar una tienda más moderna llamada refugio de montaje rápido desplegable o DRASH.
Las tiendas de campaña se utilizan a menudo en emergencias humanitarias, como guerras, terremotos e incendios.
Por lo general, el interior de una tienda de campaña cerrada es unos 10 grados Fahrenheit más cálido que el ambiente exterior (sin tener en cuenta la sensación térmica), debido a la retención del calor corporal y (en menor medida) a la radiación.
El nailon y el poliéster son mucho más ligeros que el algodón y no absorben mucha agua; con recubrimientos adecuados pueden ser muy impermeables, pero tienden a deteriorarse con el tiempo debido a una lenta descomposición química causada por la luz ultravioleta.
La experiencia indica que acampar puede ser más cómodo si el número real de ocupantes es uno o incluso dos menos que la sugerencia del fabricante, aunque los diferentes fabricantes tienen diferentes normas para el requisito de espacio y no hay una norma aceptada.