Se diferencia de los otros conceptos por sus características limitadas o localizadas.
[1] Suele entenderse, en términos militares y marinos, como una acción limitada a una unidad o barco.
Tal sublevación implica la desobediencia a la cadena de mando, constituyendo un delito tipificado como amotinamiento.
Posteriormente, el motín puede evolucionar hacia objetivos más ambiciosos o incluso marcadamente políticos y ser dirigido contra una potencia ocupante, una minoría étnica percibida como favorecida, las clases pudientes o una institución específica sin por ello abandonar su carácter desorganizado, pues de trascenderlo hablaríamos generalmente de revuelta o revolución.
La frecuencia de los motines urbanos llevaron a los urbanistas del siglo XIX a planificar ciudades de amplias calles y avenidas, menos propensas al tumulto que las callejuelas de la antigua ciudad medieval (Plan Haussmann en París, Ensanches en España).