En la poesía griega antigua se encuentran algunos fundamentos, como cuando Homero hallaba correspondencia entre fealdad y vicio moral en Tersites, o Semónides comparaba distintos caracteres de mujeres con los de los animales, correspondencia zoológica que será algo bastante común en esta disciplina; inversamente, los fabulistas daban características humanas a los animales en sus narraciones morales.
Otros autores apuntan, en cambio, a Pitágoras (siglo VI a. C.) como el primer gran pensador en practicar la fisiognómica y en sentar algunos de sus principios básicos.
La primera revisa los argumentos extraídos de la observación de la naturaleza y caracteres atribuidos a las razas humanas y se centra en los diferentes aspectos de la conducta humana; la segunda parte está dedicada a la conducta animal, cuyo reino divide en caracteres hombrunos y feminoides, de los cuales deduce correspondencias entre los signos físicos animales y los signos físicos humanos que repercuten o hallan correspondencia en el carácter humano.
En la antigüedad defendieron esta tesis autores como Fedón de Elis, Cicerón, Plinio, Sexto Empírico y Séneca, entre otros.
[2] En la Edad Media española la fisiognomía se puso de moda a través del divulgadísimo libro del siglo XIII Poridat de poridades, traducido al latín y divulgado por toda Europa bajo el título de Secretum secretorum, cuyo origen hay que buscar, sin embargo, en un libro en árabe, el Sirr al-asrar, del siglo IX, compilado en Siria; hay asimismo una traducción al aragonés realizada por el Gran Maestre Juan Fernández de Heredia.
[4] El pintor Charles Le Brun (1619-1690) utilizó la fisiognomía en su leidísimo Méthode pour apprendre à dessiner les passions (1698) comparando en sus ilustraciones las expresiones humanas con las animales.
En esta obra Browne plantea la posibilidad de discernir cualidades internas a partir de la apariencia del rostro: Browne poseía varios escritos del italiano Giambattista della Porta, incluyendo su De la Fisionomía Celestial, en el cual postulaba que aquello que influye al mismo tiempo el carácter y la apariencia facial del hombre no son las estrellas, sino el temperamento.
En la literatura estadounidense del mismo siglo, la fisionomía aparece en los cuentos de Edgar Allan Poe.
En estas formas, la categorización de tipos faciales y corporales continúa existiendo en la psicología popular moderna.
En el siglo XX la fisiognomía ha sido prácticamente absorbida por la caracterología, por ejemplo, en las obras de Gaston Berger, René Le Senne y especialmente Ernst Kretschmer o Willian Herbert Sheldon.