A Ducreux se le dio esta tarea por la misma María Antonieta incluso aunque él no era miembro de la Real Academia de Pintura y Escultura, que había sido fundada en 1648.La residencia de Ducreux se volvió un salón literario informal para artistas y músicos, quienes le encargaban retratos.Así, muchos de su trabajos permanecen erróneamente atribuidos a otros artistas.Ducreux hizo también varios autorretratos bien conocidos entre los años 1780 y 1790, incluyendo uno (ahora en la colección de The Getty Center en Los Ángeles; c. 1783) en el cual se pintó a sí mismo en medio de un largo bostezo.[3] En otro, Portrait de l'artiste sous les traits d'un moqueur (c. 1793, Louvre), el artista se ríe burlonamente y apunta al espectador.Su expresión es temerosa, su dedo está presionado contra su boca en señal de que él silenciosamente demanda discreción o prudencia.