Desde tales cargos, Heredia colaboró tanto con el Papado como con los reyes de Aragón y Castilla, a cuya disposición puso la fuerza militar más compacta de la Cruzada en aquel momento.
Navarros y albaneses reconquistaron Naupacto, pero Heredia pasó en cautiverio dos años.
En cuanto a sus trabajos literarios, históricos y humanísticos, Heredia fue el patrocinador de un escritorio similar al que en Castilla produjo Alfonso X El Sabio.
Finalmente se conservan en su mayoría en la Biblioteca Nacional y escurialense, hasta donde acabaron llegando desde las colecciones reales.
Lo más importante sin duda fue que gracias a la presencia de Heredia en Rodas se encargaron las primeras traducciones de Tucídides y Plutarco a una lengua romance.
Heredia viajó a Rodas en 1354-55 como enviado papal junto a Raimundo Berenguer y Pedro de Cornillán, pero fue durante su segunda estancia entre 1379-82 cuando organizó la producción de su futura obra histórica.
El humanista Coluccio Salutati consiguió una copia de la versión aragonesa antes de 1388 y sobre ella se realizó una versión italiana hacia 1396, cuyo prólogo ha proporcionado la valiosa información ya transcrita sobre la gestación del proceso.
La segunda parte, propiamente dicha la Crónica de los Conquiridores, se divide en 18 libros, cada uno dedicado a un conquistador ilustre de la Antigüedad y la Edad Media (Marco Antonio, Octavio, Tiberio, Atila, Carlos Martel, Carlomagno, Tarik, Muza, Genghis Kan, Fernando III el Santo y Jaime I el Conquistador entre otros).
Las fuentes son Plutarco, Trogo Pompeyo (a través de Justino), las Fleurs des histoires d'Orient y las Crónicas de San Fernando y Jaime I.
La versión aragonesa, que abarca el período de 1197 a 1377, no se limita a reproducir la versión original sino que incluye material de otras procedencias (los cronistas Villani, Ernoul y Baudoin d'Avesnes).