Intelectual

Intelectual o pensador es el que se dedica al estudio y la reflexión crítica sobre la realidad, y comunica sus ideas con la pretensión de influir en ella, alcanzando cierto estatus de autoridad ante la opinión pública.El término fue acuñado en Francia durante el llamado affaire Dreyfus (finales del siglo XIX), inicialmente como un calificativo peyorativo que los anti-dreyfusistas (Maurice Barrès o Ferdinand Brunetière) utilizaban despectivamente para designar al conjunto de personajes de la ciencia, el arte y la cultura (Émile Zola, Octave Mirbeau, o Anatole France) que apoyaban la liberación del capitán judío Alfred Dreyfus acusado injustamente de traición.[cita requerida] Con posterioridad, su uso se hace habitualmente con connotaciones positivas, al estar dotado socialmente de un valor de prestigio asociado a la atribución de un intelecto o inteligencia superior a quienes son identificados con el término; y sobre todo, al entenderse que la actividad pública de los intelectuales que previa o simultáneamente se dedican al pensamiento tiene una dimensión y una repercusión que se consideran muy valiosas, y que confieren altos valores humanísticos a quien ejerza tal función (responsabilidad, altruismo, solidaridad, etc.), especialmente cuando lo hace elevando el nivel intelectual del público que lo recibe, sin manipularlo ni caer en el populismo o el paternalismo condescendiente.No es casualidad que, de Franklin a Mussolini, dirigentes políticos clave hayan surgido del periodismo (profesión que, por sí misma, no otorga la condición de intelectual, como es el caso del líder fascista, caracterizado por su explícito antiintelectualismo).Esta se terminó construyendo sobre lo que, para Hegel, era la manifestación en la realidad de la racionalidad del espíritu absoluto (el Estado prusiano).Mucho más universal fue la influencia de Thoreau en el pacifismo posterior, un movimiento que alcanzó una dimensión trascendental entre los intelectuales de todo el mundo (Tolstói, H. G. Wells, Rolland, Tagore, Gandhi, Russell).Tras el desastre del 98, con gran repercusión pública, se insistió en la reflexión intelectual sobre las causas del fracaso histórico de España y su posible remedio, en lo que ve denominó regeneracionismo (término ambiguo, con el que, junto a los políticos que protagonizaron la crisis de la Restauración, se etiquetan tanto científicos -Cajal- como movilizadores sociales -Costa- y literatos -generación del 98-).La figura de Ortega, plenamente integrada en la intelectualidad europea, se había hecho notar desde su juventud, por una significativa polémica con Unamuno (sobre "europeizar España o españolizar Europa" -que inventen ellos-), inserta en el más amplio desarrollo del debate intelectual sobre el ser de España.La reflexión sobre los horrores pasados (especialmente el Holocausto) y los presentes (amenaza nuclear -Manifiesto Russell-Einstein, 1955-, guerra de Corea, guerra de Vietnam) permitieron a Albert Camus bautizarla como la era del miedo[13]​ (Fromm acuñó la expresión miedo a la libertad -1941-).Parte de la intelectualidad católica progresista latinoamericana optó por implicarse en la lucha armada de los movimientos guerrilleros; una opción por la violencia hasta cierto punto semejante a la que habían iniciado los más radicales del movimiento estadounidense (Malcolm X, que se había convertido al islam, y que, como Martin Luther King y los hermanos Kennedy, acabó asesinado).La antipsiquiatría y las corrientes de renovación[15]​ o reforma educativa (Piaget, Freire, Spock, Neill, Escuela de Summerhill, El libro rojo del cole), tuvieron un gran impacto instituconal y social.[16]​ La interpretación del mundo actual es muy diversa, desde enfoques a veces complementarios, a veces opuestos, etiquetados como postestructuralismo, deconstrucción, postmodernidad, desmodernización, pensamiento débil, tercera vía, pensamiento complejo, etc.El final del siglo XX estuvo presidido por la continuidad de la presencia de intelectuales protagonistas o herederos del 68, como Foucault, Bourdieu, Baudrillard, Lacan, Barthes, Lyotard, Derrida, Deleuze, Glucksmann, Touraine, Vattimo, Jameson, Rorty o Chomsky.[17]​ En ámbito hispanohablante han tenido un fuerte protagonismo los literatos identificados con la etiqueta editorial "boom latinoamericano" (promovida por Carlos Barral: García Márquez, Vargas Llosa, Fuentes, Cabrera Infante, Cortázar, Sabato o Benedetti).Otros autores desarrollan la denuncia de los crímenes de los regímenes comunistas, como Jean-François Revel o Stéphane Courtois (El libro negro del comunismo, 1997) y se inscriben en un ámbito más asumido académicamente.La presión del crecimiento económico y demográfico (denunciados como problemáticos desde 1970 por el Club de Roma) sobre el medio ambiente (Rachel Carson, Primavera silenciosa, 1962) convirtió al ecologismo es un movimiento de enorme capacidad movilizadora en la sociedad, e hizo que la polémica sobre los límites del desarrollo implicara de un modo muy directo a los científicos en el debate político.No debe confundirse con el término maoísta zǒu zī pài, traducido al inglés como capitalist roader ("compañero de ruta capitalista").Además de ello, renovar, recrear, rehacer, reconstruir, abrir, imaginar o transformar esas asunciones sociales compartidas que, resistentes al cambio, tienden a rutinizar su existencia en términos de tradiciones establecidas.
L'Age du papier , ilustración de Félix Valloton , año 1898.
En las calles de París todos leen periódicos de diversas tendencias, y uno de ellos, el famoso ejemplar Los intelectuales (Ranc, Zola, Socie, Jaurés , Ribot, Goblet), un masón, el periódico L'Aurore , y un personaje designado como intellecte 1.º («intelecto primero»), rodean a una flor que es la cabeza Dreyfus coronada por el gorro frigio (símbolo de la República francesa ), cuyas hojas son el ateísmo, la guerra a la iglesia, la impiedad, la desmoralización, la laicización, la guerra a Dios, y la anarquía. El título es Tout de même, nous avons reussi a faire pousser une belle fleur («Sea como sea, hemos conseguido hacer que crezca una bella flor»).
Primer Congreso Internacional de Artistas Progresistas, Düsseldorf, 29-31 de mayo de 1922.