Tony Judt
Especializado en Europa, dirigió el Erich Maria Remarque Institute en la Universidad de Nueva York.Al prolongar sus estudios en Francia, pudo conocer de cerca el ambiente de las grandes Escuelas parisinas (que no admiró demasiado), como tampoco le atrajeron demasiado las ideas revolucionaria del 68 francés (se sentía más bien sionista, por entonces).Por entonces pasaba por ser un experto en asuntos franceses contemporáneos, en un entrecruce de ideología, filosofía, política y literatura.[7] En ocasiones, la percepción de esa realidad, ajena, le resultó complicada, pese a su gran eco mediático.Ese juicio lo haría extensivo a otros, como Roland Barthes o Jacques Derrida.Y concluía: "se había hecho un nombre como académico agresivo; su posición básica era de tipo forense: no la del juez sino la del abogado de la acusación, cuyo objetivo no es la verdad ni la veracidad, sino ganar el caso.Pero sus décadas formativas como acusador intelectual no evitaron que Tony se transformara en un historiador maduro, considerado e informado".