Louis de Bonald

Poco después, las medidas anticatólicas dictadas por el gobierno revolucionario, afectaron profundamente sus sentimientos religiosos.

Fue en Heidelberg donde Bonald descubrió su vocación de escritor, inspirándose en algunas obras que él llevaba consigo.

En 1802 se editó la Legislación primitiva, al tiempo que El genio del cristianismo de Chateaubriand.

Ese mismo año propuso una ley prohibiendo el divorcio, considerado como "veneno revolucionario".

La monarquía preexistía a la sociedad, pues ella la constituía y la conservaba por su sola existencia.

Para Bonald, todo contacto entre los diversos pueblos y civilizaciones es contraproducente por conducir a un mestizaje cultural indeseable, en su opinión; por este motivo, condena también el «gusto excesivo por los viajes».

[3]​ Aborrecía las ideas igualitaristas, racionalistas y liberales (individualistas) popularizadas por los movimientos revolucionarios y la filosofía de la Ilustración; por contra, Bonald propugna una teocracia basada en una estricta jerarquía (por ello, considera al ejército como el «modelo más perfecto de sociedad») y unos valores rígidos que sostengan la estructura social, presididos por la que él considera como la única religión verdadera: el catolicismo.

La mujer está por debajo del hombre y es solo un instrumento o medio —un «hombre-niño»—, destinada a la vida familiar.