Iba a permanecer allí por un año,[2] pero se quedó definitivamente en Francia, apoyado luego por Roland Barthes.
Todorov fue profesor y director del Centro de Investigaciones sobre las Artes y el Lenguaje, en el Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), en París.
Todorov fue un hombre de las dos Europas, Este y Oeste, que enseñó también en Estados Unidos.
Explicaba su humanismo crítico, su extrema moderación, su disgusto por los maniqueísmos y las cortinas de hierro.
Su obsesión —quizá debida al pasaje de una nación a otra— era atravesar fronteras, saltar barreras, unir ámbitos en apariencia inconciliables, ya se tratase de lenguas, culturas o disciplinas.
Le interesaban los puntos de encuentro, los matices, las «zonas grises».