También se les llamaba "enciclopedistas", por su estrecha relación con la aparición de L'Encyclopédie (1751) y Napoleón llamó "ideólogos" a sus últimos representantes, que se solían reunir en la Sociedad de Auteuil, entre ellos él mismo.
Así Jean-Jacques Rousseau escribió textos políticos, pedagógicos, crítica literaria, novela, ópera y su propia autobiografía.
A pesar de no ser una organización política, ni siquiera un club como los que funcionaron a partir de la Revolución, sí podían considerarse una fuerza política reconocible, incluso con un "candidato" o político preferido: Turgot (su nombramiento como contrôleur général des finances en 1774 suscitó grandes esperanzas, pronto frustradas con su caída en 1776); y una oposición claramente definida: el llamado parti dévot ("partido devoto"),[8] con cuyos miembros se mantenían polémicas en la prensa y con el que se disputaba ferozmente los puestos en la Academie Française.
Concretamente, el dévot Charles Palissot de Montenoy[9] fue un enconado enemigo del philosophe Diderot.
[13] En la Inglaterra contemporánea el término se usaba de forma peyorativa en algunos círculos: Horace Walpole en 1779 consideraba que "los philosophes, excepto Buffon, son petimetres solemnes, arrogantes, dictatoriales".