Un pensamiento único es, en el sistema de Schopenhauer, aquel que se sustenta a sí mismo, que se hace integral en la voluntad: Marcuse no se refirió directamente a un «pensamiento único», pero describió un concepto claramente emparentado con el uso más actual del término: el «pensamiento unidimensional».
[5] Para Ramonet, esta ideología era la expresión intelectual y con pretensión universalizante de los intereses del capital financiero internacional.
[5] Una vez recuperado por Ramonet, el término alcanzó una gran difusión en la izquierda y los movimientos antiglobalización.
Su difusión trajo consigo una cierta vulgarización, y empezó a ser utilizado de forma peyorativa contra cualquier política percibida como antisocial.
Curiosamente, en los ámbitos ideológicos que defendían el consenso de Washington —e incluso posiciones más extremas del liberalismo—, también se aludía a esta ideología como a la única posible, tal como expresó Margaret Thatcher con su famoso «No hay alternativa» («There is no alternative»), que luego imitarían otros políticos, como el excanciller socialdemócrata alemán Gerhard Schröder, quien utilizó «No hay alternativas» («Es gibt keine Alternativen»).
Esto ha llevado que desde la derecha se haya en ocasiones utilizado contra la izquierda.