En su primera novela, Bajo el sol de Satán (1926), ya están patentes sus preocupaciones religiosas.
Publicó, entre otros títulos, La alegría, Los grandes cementerios bajo la luna y Diario de un cura rural (1936).
Visión trágica del cristianismo no es así porque todos ellos insisten en el aspecto desgarrador de la doble postulación baudelairiana del hombre «hacia Dios y hacia Satanás».
Pero, sean santos o presas de Satanás, hay en todos ellos, según él, una dimensión religiosa, pues «hasta en la blasfemia hay algo de amor a Dios».
No obstante el vigor de su estilo alucinado, al pasar al campo de la polémica se descentra frecuentemente y hace que la censura justa y el rasgo incisivo desemboquen en violencias verbales exageradas.
Jansenista en cuanto al sentimiento, Bernanos se deja arrastrar en su solitario combate por el caudal de su elocuencia.