Comenzó a ser conocido en su competencia intelectual al participar en el Concilio Vaticano II como asesor teológico del cardenal Josef Frings.
[6] Durante su papado, abogó por un retorno a los valores cristianos fundamentales para contrarrestar la creciente secularización de muchos países occidentales.
Hablaba diez idiomas,[15] de los que dominó por lo menos seis: alemán, italiano, francés, latín, inglés y español.
[nota 5] La revista Time llegó a incluirlo en la lista de las cien personas más influyentes del mundo.
[31] Tras la jubilación del padre, la madre de Ratzinger comenzó a trabajar como cocinera en Reit im Winkl.
Por aquel entonces la situación económica familiar era especialmente difícil, pues debían costear los gastos escolares de los tres hijos.
Ante la falta de alternativas, el rector del seminario los mandó a casa, por lo que los hermanos Ratzinger debían acudir cada día desde la vivienda familiar al instituto para continuar sus estudios.
[42] Permaneció allí hasta el 19 de junio, fecha en que Ratzinger fue puesto en libertad y marchó nuevamente a su hogar.
Luego de convertirse en doctor en teología en 1953, elaboró una tesis sobre san Buenaventura para conseguir la habilitación para la enseñanza en Alemania y su primer escrito le fue devuelto en 1954 con una severa crítica del profesor Michael Schmaus, quien consideraba que el trabajo era modernista.
[47] Sus enfoques empezaban a romper esquemas tradicionales de la época, lo que le ocasionaba alguna incomprensión y dificultad.
En 1963 se fue a la Universidad de Münster, donde al dar su conferencia inaugural ya era bien conocido como teólogo.
Dichos párrafos no aparecieron en ediciones posteriores del libro, porque fueron malinterpretados por autores que utilizaron este texto para cuestionarlo.
En 1972, fundó la publicación teológica Communio junto con Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac y otros.
Combatió, asimismo, la identificación del compromiso social cristiano con la colaboración en las nuevas estructuras de poder revolucionario que surgieron en Latinoamérica.
Fue el cardenal más próximo a Juan Pablo II; Ratzinger y Wojtyła fueron calificados intelectualmente como «almas gemelas»[cita requerida].
[nota 6] Al escoger ese nombre, el pontífice afirmó querer relacionarse con Benedicto XV, quien durante la Primera Guerra Mundial se presentó como un «valiente y auténtico profeta de paz».
En el punto más noble del escudo situó una gran concha de oro, que tiene una triple simbología.
En segundo lugar, la concha se usa para representar al peregrino, simbolismo que quiso mantener Benedicto XVI.
[cita requerida] Sus partidarios aducen que durante su prefectura sólo uno de los procesos abiertos acabó en excomunión: el del arzobispo ultraconservador Monseñor Marcel Lefebvre; también se recordaba su asistencia al Concilio Vaticano II y que había sido de los más progresistas y propuesto reformas novedosas.
Según datos de la Prefectura Apostólica, en 2007 unas 2 830 100 personas participaron en encuentros públicos con el pontífice en la Ciudad del Vaticano o en Castel Gandolfo (es decir, no se incluyen los viajes).
Se trata de una esperanza fiable, que permite afrontar el presente aunque este sea fatigoso.
La oración es lugar de esperanza, pues Dios escucha siempre al hombre y puede ayudarlo cuando nadie más puede.
Cuando presentó su renuncia al papado, Benedicto XVI ya prácticamente había completado una primera redacción de una nueva encíclica, centrada en la fe, que iba a completar lo que ya había escrito en sus encíclicas sobre la esperanza y la caridad, las otras dos virtudes teologales, cerrando así la trilogía.
La tercera exhortación apostólica postsinodal, que recibió el título Africae munus, está dedicada a la Iglesia en África.
La Iglesia expande este núcleo central, como cuerpo y esposa de Jesucristo, cuya misión es anunciar a Cristo.
La belleza se contemla en lo que supone de importancia para la teología, con sus manifestaciones en el arte, en la estética y en la música.
En esta ocasión el papa aceptó la invitación, como gesto ecuménico, resaltando aquellos elementos que son comunes a ambas profesiones de fe, en particular la creencia en la Santísima Trinidad.
Según sus palabras: La renuncia del papa Benedicto debe considerarse excepcional, dado que fue la primera desde la Edad Media, concretamente el año 1415 —con Gregorio XII, obligado a renunciar en el Concilio de Constanza para dar fin al Cisma de Occidente—, y la primera por voluntad propia desde 1294 (con Celestino V, que renunció para hacerse ermitaño).
Además hubo disponible una habitación para que se alojara su hermano, Georg Ratzinger, cuando este le visitaba antes de su muerte en 2020.
[141] Grabó un álbum de música clásica contemporánea en el que canta y recita oraciones a la Santísima Virgen María.