Belleza

Tales entes pueden incluir paisajes, atardeceres o amaneceres, cielos nocturnos, personas, animales, plantas, obras de arte, etc.

En esta línea y haciendo hincapié en el aspecto visual, Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la vista (quae visa placet).

[3]​ Aunque tal relativismo es exagerado y suele asociarse a cosmovisiones y modas, lo concreto es que existen objetos y seres que dan la impresión de belleza ya desde su objetividad natural porque se corresponden con los requisitos naturales del homo sapiens, por ejemplo: el sabor dulce es preferido al sabor amargo porque el amargo suele corresponder a tóxicos, lo mismo que la fragancia de muchas flores se prefiere naturalmente en gente psíquicamente sana al hedor pútrido.

Se ha argumentado que la capacidad del sujeto necesaria para percibir y juzgar la belleza, a veces conocida como el "sentido del gusto", puede entrenarse y que los veredictos de los expertos coinciden a largo plazo.

Las concepciones de la belleza apuntan a captar lo que es esencial en todas las cosas bellas.

Las concepciones clásicas definen la belleza en términos de la relación entre el objeto bello como un todo y sus partes: las partes deben estar en la proporción correcta entre sí y así componer un todo armonioso integrado.

[11]​ Esta tensión a veces se denomina "antinomia del gusto" (antinomy of taste).

[5]​ Los partidarios de ambos lados han sugerido que cierta facultad, comúnmente llamada sentido del gusto (sense of taste), es necesaria para hacer juicios fiables sobre la belleza.

[4]​[10]​ La belleza se discute principalmente en relación con objetos concretos accesibles a la percepción sensorial.

[11]​ Pero también se ha propuesto que los objetos abstractos como historias o pruebas matemáticas pueden ser bellos.

[13]​[11]​ Una distinción influyente entre las cosas bellas, debida a Immanuel Kant, es la que existe entre la belleza dependiente y la libre (dependent and free beauty).

Por un lado, hablamos de la belleza como una característica objetiva del mundo que se atribuye, por ejemplo, a paisajes, pinturas o seres humanos.

[4]​ Estas dos posiciones a menudo se denominan objetivismo o realismo y subjetivismo.

[4]​[17]​[6]​ Cuando se aplica a la belleza, todavía hay un sentido en el que depende del objeto y sus poderes.

Este tema a veces se discute bajo la etiqueta "antinomia del gusto".

[4]​[5]​ Una teoría estrechamente relacionada ve la belleza como una propiedad secundaria o dependiente de la respuesta (response-dependent).

Pero incluso los jueces experimentados pueden estar en desacuerdo en sus juicios, lo que amenaza con socavar las teorías del observador ideal.

La concepción clásica define la belleza en términos de la relación entre el objeto bello como un todo y sus partes: las partes deben estar en la proporción correcta entre sí y así componer un todo armonioso integrado.

[6]​ Pero estos intentos han fracasado hasta ahora en encontrar una definición general de belleza.

[22]​[12]​ Por ejemplo, la alegría de mirar un hermoso paisaje aún sería valiosa si resultara que esta experiencia fue una ilusión, lo que no sería cierto si esta alegría se debiera a ver el paisaje como una valiosa oportunidad inmobiliaria.

G. E. Moore explica la belleza con respecto al valor intrínseco como "aquello cuya contemplación admirativa es buena en sí misma".

Así, en un proceso parecido a un error categorial, tratamos nuestro placer subjetivo como una propiedad objetiva de la cosa bella.

[4]​[23]​ Los funcionalistas pueden seguir a Charles Darwin, por ejemplo, al explicar la belleza según su papel en la selección sexual.

A las brujas, por ejemplo, con frecuencia se les atribuyen rasgos físicos desagradables y personalidades repulsivas.

Este contraste aparece representado en cuentos como La bella durmiente, de Charles Perrault.

[26]​ La simetría es importante porque da la impresión de que la persona creció con salud, sin defectos visibles.

Los artistas griegos y romanos también tenían el estándar de belleza masculina en la civilización occidental.

A pesar de que la fealdad es normalmente considerada como una característica visible, también puede ser un atributo interno.

El Taj Mahal es un ejemplo de la simetría en la arquitectura .
Proporciones ideales del cuerpo humano esquematizadas en el Hombre de Vitruvio , de Leonardo da Vinci .