Filosofía helenística

En la transición del siglo IV al III a. C. tras la muerte de Aristóteles y la decadencia de las ciudades estado griegas, las guerras entre los reyes helénicos por suceder a Alejandro Magno volvieron la vida problemática e insegura.

Surgieron entonces en Atenas dos escuelas filosóficas que, en una clara oposición a la Academia platónica y al Liceo aristotélico, pusieron la salvación individual en el centro de sus preocupaciones: para Epicuro y sus seguidores, por un lado, así como para los estoicos alrededor de Zenón de Citio, por otro lado, la filosofía servía principalmente para alcanzar con medios éticos el bienestar psicológico o la paz.

Se suele incluir en este período a las diferentes escuelas posteriores, como los peripatéticos, los escépticos, los cínicos, los epicúreos y los estoicos, todos ellos preocupados principalmente por cuestiones éticas, pero por ello mismo también, necesariamente, por los problemas del conocimiento.

Para las tres grandes filosofías de ese periodo (el estoicismo, epicureísmo y escepticismo), aun en desacuerdo con varios postulados, muestran un acuerdo fundamental en sus conclusiones prácticas:[1]​ Es el nombre dado a la doctrina filosófica desarrollada por los seguidores de Platón a partir del siglo I a. C. que llegó a ser el movimiento intelectual dominante en los primeros siglos de nuestra era, favorecido por la influencia poderosa que ejerció sobre el cristianismo y judaísmo.

Así, por ejemplo, San Agustín creía que mediante Platón se podía articular teológicamente la fe cristiana, como había intentado Filón de Alejandría con el judaísmo.

Mucho después, en el Renacimiento resurgió como movimiento en reacción contra el aristotelismo escolástico que imperó a fines de la Edad Media, sobre todo en la Academia Platónica de Florencia (siglo XV).

Autores relevantes son los siguientes: La escuela peripatética fue un círculo filosófico de la Grecia antigua.

Básicamente, seguía las enseñanzas de Aristóteles, su fundador, y peripatético es el nombre dado a sus seguidores.

Ellos abogaron por el examen del mundo para entender la fundación última de las cosas.

La felicidad humana, según Aristipo, consiste en librarse de toda inquietud, siendo la vía para lograrlo la autarquía.

Eran los principales rivales del estoicismo, hasta que ambas filosofías murieron en el siglo III.

Mientras que las doctrinas epicúreas quedaron fijadas por su fundador, el estoicismo tuvo un largo desarrollo.

Cuando Zenón muere en el 261 a. C. se hacen cargo de la escuela Cleantes y Crisipo.

Este último dirigirá la Stoa desde el 232 a. C. hasta su muerte, acaecida en el 208 a. C. Crisipo fijó el canon del estoicismo, perfeccionó las investigaciones lógicas y sistematizó las enseñanzas de Zenón, llegando a ser tal su fama e importancia que se decía que Sin Crisipo no habría habido la Estoa.

Este puede ser explicado y comprendido globalmente porque es una estructura organizada racionalmente de la que el hombre mismo es parte integrante.

Abogaba por el desarrollo del autocontrol y la fortaleza como medio para superar las emociones destructivas.

Eclecticismo (del griego eklegein, «escoger»), es en filosofía la escuela de pensamiento que se caracteriza por escoger (sin principios determinados) concepciones filosóficas, puntos de vista, ideas y valoraciones entre las otras demás escuelas que se asume pueden llegar a ser compatibles de forma coherente, combinándolas y mezclándolas aunque el resultado pueda ser a menudo contrapuesto sin llegar a formar un todo orgánico.

Los pensadores romanos, que nunca desarrollaron un sistema filosófico propio, se inclinaron por este tipo de pensamiento: Cicerón, por ejemplo, que asimiló teorías del estoicismo, del escepticismo y de los peripatéticos, sin considerar su desunión esencial.

El neopitagorismo fue el movimiento filosófico helenístico y grecolatino que pretendía revitalizar las enseñanzas de Pitágoras entre mediados del siglo I d. C. y el III d. C. Pitágoras fundó una sociedad ético-religiosa que tuvo su auge sobre todo en la Magna Grecia durante el siglo V a. C. según la cual la sustancia de las cosas se desvanece en número, existe la transmigración de las almas, que son inmortales, y debe practicarse en esta vida un cierto número de normas ascéticas; estas enseñanzas crearon la escuela de los llamados Pitagóricos, pero después desapareció casi completamente en el siglo IV con el auge de la filosofía clásica en Atenas.

Sin embargo, a mediados del siglo I antes de Cristo hubo un movimiento que pretendió restaurar la filosofía, la ética y el misticismo pitagóricos.

Otros romanos siguieron estas ideas, que acaudillaron figuras como Vatinio y los Sextianos; también fue un importante neopitagórico Moderato de Cádiz, pero fue en Alejandría donde se concentraron los filósofos neopitagóricos más activos, prolongándose esta corriente durante el segundo y tercer siglo de la era cristiana y expandiéndose desde allí a todo el Imperio.

Los neoplatónicos y los pitagóricos hicieron causa común para oponer su propio sistema de regeneración espiritual al cristianismo y como consecuencia de esto llegaron a una cierta mixtura ecléctica, de forma que ambas doctrinas se interpenetraron, asimilando además otros elementos platónicos, aristotélicos, estoicos y orientales.

Después, la Inteligencia engendra el Alma, principio del movimiento y de la materia.

Escuela de Aristóteles, por Gustav Adolph Spangenberg.
Busto de Pitágoras .