La primera etapa se constituye con la III Asamblea General Extraordinaria en sí cuyo propósito, en palabras de Lorenzo Baldisseri, es «precisar el status quaestionis y recoger testimonios y propuestas de los obispos para anunciar y vivir el Evangelio con credibilidad para la familia»; la segunda etapa se integra con la Asamblea General Ordinaria prevista para 2015, cuyo objetivo consiste en «dar las líneas operativas para la pastoral de la persona humana y de la familia».
[26] El teólogo heterodoxo Hans Küng (amonestado por la Santa Cede en 1979), interpretó la cuestión como contrapunto entre el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y la figura del papa mismo.
[29] Su alocución sugirió la necesidad de una solución para los divorciados vueltos a casar, que se sienten excluidos al no poder comulgar.
[34][35] El Instrumentum laboris es un documento base cuya redacción se abonó con las respuestas al cuestionario que la secretaría del Sínodo remitió a todas las diócesis.
[34] Junto con el estudio del borrador, se presentó una metodología sinodal nueva, a adoptar durante la Asamblea General Extraordinaria.
[37] Algunos de los puntos incluidos fueron los siguientes:[38] Pocas semanas antes del sínodo, se conoció la publicación del libro titulado Remaining in the Truth of Christ: Marriage and Communion in the Catholic Church (Permaneciendo en la verdad de Cristo: el matrimonio y la comunión en la Iglesia católica), editado por Robert Dodaro y disponible a la venta el 1 de octubre, que reunía capítulos escritos por cinco miembros del colegio de cardenales y otros cuatro teólogos.
[54] El cardenal Walter Kasper también se manifestó sorprendido por la aparición de ese libro.
Para el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, coordinador del Consejo de Cardenales, «en vista del Sínodo sobre la familia se discute mucho sobre comunión a los divorciados vueltos a casar, pero este debate es superficial.
[51] En referencia al tema del control de la natalidad, Kasper dijo que son los padres quienes tienen que decidir cuántos hijos son posibles: «Esto no puede ser decidido por la Iglesia o por un obispo, es responsabilidad de los padres».
Para saciar esa codicia, los malos pastores cargan sobre las hombros de la gente pesos insoportables».
[65] El Sínodo trabajó conformando diez grupos (llamados círculos menores) de unas 20 personas aproximadamente cada uno, dispuestos según lenguas (3 en inglés e italiano, 2 en francés y español),[67] que eligieron sus responsables.
El portavoz de la Santa Sede Federico Lombardi explicó que por la dinámica del sínodo eran más importantes estos círculos menores que el debate general porque permitían a las personas «expresar más en un diálogo interactivo».
Se informó que esa dinámica permitiría a los participantes hablar con más libertad y sin temor.
[70] En su saludo del 6 de octubre, Francisco enunció una condición general que debía tener el sínodo:[11] Tomando un tono decididamente diferente del de muchas declaraciones de la Iglesia católica en los últimos años, el sínodo extraordinario sobre la familia dio a conocer un documento preliminar titulado Relatio post disceptationem (Relación después de la discusión),[72] pidiendo a la Iglesia escuchar más, respetar a las personas en sus diversas luchas, y aplicar la misericordia mucho más ampliamente.
La relación dictó principalmente tres directrices: escuchar al contexto sociocultural en el que las familias viven hoy en día; discutir las perspectivas pastorales que deben adoptarse y sobre todo mirar a Cristo, a su Evangelio de la familia.
[79] En la tarde del 18 de octubre, los padres sinodales votaron y aprobaron el último documento, Relatio Synodi.
La votación se realizó punto por punto y a pedido del papa Francisco se adjuntó al documento un cuadro con el número de votos a favor y en contra.
[86] El diario La Repubblica publicó que Benedicto XVI pudo tener un papel de importancia creciente desde la fase preparatoria del sínodo, rol que habría alcanzado su punto de mayor importancia ante el intento de algunos cardenales conservadores de incorporar a las discusiones la figura y opinión del entonces papa emérito para respaldar sus posiciones, a lo cual Ratzinger se habría negado: «Yo no soy el papa, no se dirijan a mí».
[87] Adicionalmente, Benedicto XVI habría enviado en privado una nota al papa Francisco poco después.
[87] Luego de señalar las diferencias entre la mayor parte de las 25 reuniones sinodales realizadas entre 1965 y 2014 y el sínodo extraordinario convocado por Francisco, para el que se encargó una encuesta previa amplia a los fieles y en el que el papa recibió a los padres sinodales instándolos a una participación abierta, «sin respeto humano, sin timidez», un canonista señaló en Los Angeles Times: En sentido similar se expresó Sandro Magister: