Ciencia ficción en Italia

[26]​ A partir de 1835, aparecieron en periódicos y opúsculos de todo el mundo supuestos descubrimientos científicos revolucionarios atribuidos (falsamente) al astrónomo John Herschel, en lo que pasaría a conocerse como Great Moon Hoax («gran engaño lunar»); una traducción anónima fue publicada en Florencia y Nápoles en 1836.

[30]​[31]​ También en Nápoles, en torno a 1840 se publicó una serie de impresos titulados Pulcinella sulla Luna (un viaje fantástico en globo).

En Mafarka il futurista (1909), Filippo Tommaso Marinetti introdujo la figura de un hombre artificial, una máquina voladora cyborg que es el símbolo del hombre nuevo;[36]​ Rosa Rosà (Edith von Haynau) escribió un excelente ejemplo de ciencia ficción feminista con Una donna con tre anime (1918); Volt (Vincenzo Fani Ciotti) publicó La fine del mondo (1921), situado en un futurista 2197.

[1]​ Yambo se inspiraba más bien en otro autor francés, que como él también era un ilustrador, Albert Robida, por su sutil y paradójica vena irónica.

[61]​ Motta publicó varias obras junto con su colaborador Calogero Ciancimino,[36]​ la más famosa de las cuales es Il prosciugamento del Mediterraneo (1923), ambientada en un futuro 1956.

[36]​ Entre los escritores que se acercaron al género[14]​ también está Luigi Pirandello con La nuova colonia (1928), una obra de teatro de fondo utópico; Giovanni Papini con la novela satírica Gog (1931),[74]​ Lettere agli uomini del Papa Celestino VI (1946) y Il libro nero - Nuovo diario di Gog (1951); Roberto Mandel con Il volo alle stelle (1931), una expedición aérea al polo;[1]​ Calogero Ciancimino con Il prosciugamento del Mediterráneo (1923, firmado con Luigi Motta), La nave senza nome (1932), Le bare di granito (1935), Come si fermò la Terra (1936) y varios otros; Virgilio Martini con Il mondo senza donne (1936) y La Terra senza sole (1948) y que volverá al género con el satírico L'allegra terza guerra mondiale (1977);[36]​ Eugenio Prandi con Il sentiero delle ombre (1933); Camillo Nessi con La guerra del 2000 (1935);[75]​ Mario Soldati con La verità sul caso Motta (1937), Corrado Alvaro con el distópico L'uomo è forte (1938)[76]​ y la novela publicada póstumamente en 1957, Belmoro,[77]​ Francisco Pestellini con Mille metri sotto il Sahara (1938), Giorgio Scerbanenco con Il paese senza cielo (1939 serializado en L'Audace), que volverá al género en los años sesenta con Il cavallo venduto (1963) y L'anaconda (1966);[36]​ el general Gustavo Reisoli con la ficción política La disfatta dei mostri (1940) en la vena de la «guerra del futuro»,[78]​ Ada Maria Pellacani con Il sogno di un pazzo (1940), Guido Pusinich con La fabbrica degli uomini alati (1945), Curzio Malaparte con la ficción política Storia di domani (1949), Emilio Garro con La fine del mondo (1949) y Donato Martucci y Uguccione Ranieri con Lo strano settembre 1950 (en 1950),[14]​ una novela de ficción satírica y política de éxito, también traducida en el extranjero.

[83]​[84]​ En la misma revista, en 1930, aparece Pier Cloruro de' Lambicchi de Giovanni Manca, científico excéntrico eincomprendido que gracias a su prodigiosa «Arcivernice» se las arregla para dar vida a los dibujos y retratos, acabando por revivir personajes históricos, los cuales se revuelven contra él con efectos cómicos.

[93]​ Personalidad versátil, Zavattini —también periodista, dramaturgo, poeta y pintor— siguió siendo, sobre todo, uno de los mayores exponentes del neorrealismo cinematográfico.

El título de la revista, «ciencia fantástica», se propone como la primera traducción italiana del término inglés science fiction[100]​).

Pero la que se considera la mejor revista especializada hizo su debut en los quioscos italianos en 1976:[3]​ Robot publicada por Armenia y dirigida por Vittorio Curtoni.

[147]​ El propio Calvino, que también se declara lector apasionado y divertido de ciencia ficción, no los clasifica dentro del género.

El futurólogo Roberto Vacca, uno de los pocos con una auténtica cultura científica,[2]​ hizo su debut como escritor de ciencia ficción y ficción política en 1963-65, utilizando las características estilísticas del género,[2]​ pero alcanzó la fama en 1971 con el ensayo apocalíptico Il medioevo prossimo venturo, utilizado como base para su siguiente novela, La morte di megalopoli (1974).

[160]​ En los años sesenta hubo un verdadero auge en el cine de género en Italia, pero la ciencia ficción contó con relativamente pocos títulos, y ninguno entre las grandes producciones.

El festival daba a conocer las obras cinematográficas de Europa del Este al público italiano e internacional.

Ese mismo año, Elio Petri dirigió una película muy diferente, La decima vittima (basada en un cuento[165]​ de Robert Sheckley), protagonizada por primera vez por dos celebridades: Marcello Mastroianni y Ursula Andress.

Sin embargo, la película fue condenada al ostracismo tanto por la derecha como por la izquierda y se retiró rápidamente de la circulación.

La película animada Vip - Mio fratello superuomo (1968) de Bruno Bozzetto es una parodia cómica sobre los superhéroes estadounidenses y el consumismo predominante.

[175]​ Le siguió la miniserie ESP (1973), un thriller paranormal dirigido por Daniele D'Anza y protagonizado por Paolo Stoppa como el psíquico holandés Gerard Croiset.

De ese mismo añ fueron I racconti fantastici di Edgar Allan Poe, escrita y dirigida por Daniele D'Anza, en cuatro episodios.

[193]​ En 1973 debutó Roberto Bonadimani, el único historietista italiano que se dedicó exclusivamente al género de la ciencia ficción; publicado por Editrice Nord, consiguió varios premios del sector durante la década, en particular con la serie Cittadini dello spazio (1977), en la que muestra su predilección por la creación de mundos alienígenas.

[161]​ A finales de los años ochenta, la tendencia, que apenas se ha caracterizado como un género, inevitablemente entra en crisis, seguida por todo el cine italiano.

[141]​ Shake, atenta a las nuevas formas de comunicación, presentó varios trabajos diseñados para video y distribuidos en VHS, como el videozine Cyperpunk.

Nicoletta Vallorani creó un breve ciclo de éxito con el cyberpunk negro Il cuore finto di DR (1992; premio Urania, traducido en Francia por Gallimard) y seguidamente DReam box (1997).

En agosto del mismo año, la serie Nathan Never de Medda, Serra & Vigna hizo su debut en un álbum publicado por Sergio Bonelli Editore, que ya lo había hecho con Martin Mystère.

Nathan Never es una especie de investigador en un mundo futuro distópico, con atmósferas noir, que se parece mucho a la película Blade Runner.

[227]​ A diferencia de los escritores ucrónicos anglosajones,[228]​ casi todos los autores italianos citados, según Ł. J. Berezowski, «intentan demostrar que la Italia fascista era un estado militarizado, poderoso, bien desarrollado, con una fuerte representación política y amplias ambiciones imperialistas».

Mientras tanto, Giovanni De Matteo, premio Urania 2007 con la Sezione π², Sandro Battisti, premio Urania 2014 con L'impero restaurato, y Marco Milani fundaron el movimiento del connettivismo, que, siguiendo los pasos del ciberpunk, tiene como objetivo combinar la extrapolación científica y la especulación social, en una síntesis que no desdeña los típicos experimentos de vanguardia.

Dario Tonani también publicó tres novelas en Urania y una en Millemondi (primer volumen de una serie totalmente dedicada a un autor italiano).

En 2010, una editorial generalista, Mursia, publicó la novela postapocalíptica de Paolo Aresi, L'amore al tempo dei treni perduti.

En 2000, los italianos Alessandro Barbucci y Barbara Canepa crearon Sky Doll para el mercado francés, ambientado en un futuro con atmósfera decadentes.

Portada de la novela de Emilio Salgari Le meraviglie del duemila (1907), considerado el texto más importante de la proto ciencia ficción italiana. [ 1 ] ​ Ilustración de Carlo Chiostri .
Retrato de Anton Francesco Doni , de la portada de Mondi celesti, terrestri, et infernali (1552)
Ippolito Nievo (1831 - 1861), autor de una de las mayores aportaciones a la ciencia ficción italiana del siglo XIX , Storia filosofica dei secoli futuri .
Carlo Dossi (1849-1910), autor de La colonia felice (1874).
Mapa de Marte de Schiaparelli , 1888, que muestra los famosos « canales ».
L'uomo di fil di ferro de Ciro Khan (o Kahn), Il Romanzo d'Avventure 96, Sonzogno, 1932.
Emilio Salgari (1862-1911)
Enrico Novelli (1876-1943), nombre real de Yambo
Luigi Motta , 1902 (imagen publicada en la novela Il Sahara di ghiaccio , Bemporad 1904).
Una viñeta de la historieta de Yambo , Gli uomini verdi , 1935.
El editor de Urania, Giorgio Monicelli (1910 – 1968)
El escritor y traductor Sandro Sandrelli . Italcon 1973, Borgomanero .
Luigi Cozzi , creador del primer fanzine italiano de ciencia ficción y posteriormente director de cine de ciencia ficción .
El director Daniele D'Anza
Obra de Maurizio Manzieri para la cubierta de la novela Ai margini del caos (1998) de Franco Ricciardiello , Urania Mondadori
El guionista Antonio Serra , creador, junto con Michele Medda y Bepi Vigna , del cómic Nathan Never
Escena de la película satírica Fascisti su Marte (2006), una parodia del «fascismo ficción».