Mercurio (planeta)

Al ser un planeta cuya órbita es inferior a la de la Tierra, lo observamos pasar periódicamente delante del Sol, fenómeno que se denomina tránsito astronómico.

Esta discrepancia llevó a un astrónomo francés, Urbain Le Verrier, a pensar que existía un planeta aún más cerca del Sol, al cual llamaron Vulcano, que perturbaba la órbita de Mercurio.

Mientras la alta densidad de la Tierra se explica considerablemente por la compresión gravitacional, particularmente en el núcleo, Mercurio es mucho más pequeño y sus regiones interiores no están tan comprimidas.

Este núcleo estaría parcialmente fundido,[3]​[4]​ lo que explicaría el campo magnético del planeta.

[5]​ (Otras teorías alternativas se discuten en la sección Formación de Mercurio).

Parece ser que los cráteres más antiguos han tenido una erosión muy fuerte, posiblemente debida a los grandes cambios de temperatura que en un día normal oscilan entre 623 K (350 °C) por el día y 103 K (−170 °C) por la noche.

[7]​ Las planicies o llanuras de Mercurio tienen dos edades distintas; las llanuras jóvenes están menos craterizadas y probablemente se formaron cuando los flujos de lava enterraron el terreno anterior.

Las fuerzas de marea en Mercurio son un 17 % más fuertes que las ejercidas por la Luna en la Tierra.

El hielo (de agua) es extremadamente reflectante al radar, y recientes observaciones revelan imágenes muy reflectantes en el radar cerca de los polos;[13]​ el hielo no es la única causa posible de dichas regiones altamente reflectantes, pero sí la más probable.

[15]​ Las especies exosféricas se originan en el viento solar o en la corteza planetaria.

[3]​[4]​ Un núcleo parcialmente fundido con materiales ferromagnéticos podría ser la causa de su campo magnético.

[17]​ Esto se debe a que aproximadamente cuatro días terrestres antes del perihelio, la velocidad angular orbital de Mercurio iguala a su velocidad angular de rotación, lo que hace que el movimiento aparente del Sol cese, se invierta el movimiento durante los ocho días seguidos en los que la velocidad angular orbital es superior a la de rotación, y finalmente cuatro días después del perihelio el Sol vuelva a detenerse y recuperar su sentido de movimiento inicial.

Se conjeturó entonces que otro planeta desconocido en una órbita más interior al Sol era el causante de estas perturbaciones (se consideraron otras teorías como un leve achatamiento de los polos solares).

Sin embargo, a comienzos del siglo XX, la Teoría General de la Relatividad de Albert Einstein explicó completamente la precesión observada, descartando al inexistente planeta (véase órbita planetaria relativista).

[19]​[20]​ Durante muchos años se pensó que la misma cara de Mercurio miraba siempre hacia el Sol, de forma sincrónica, similar a como lo hace la Luna respecto a la Tierra.

[21]​ La magnitud aparente de Mercurio varía entre −2.0 (brillante como la estrella Sirio) y 5.5.

El telescopio espacial Hubble no puede observar Mercurio, ya que por procedimientos de seguridad se evita un enfoque tan cercano al Sol.

En ambos casos, el ángulo de Mercurio incide de manera máxima con la eclíptica, permitiendo elevarse varias horas antes que el Sol y no se pone hasta varias horas después del ocaso en los países situados en latitudes templadas del hemisferio sur, como Argentina y Nueva Zelanda.

Como muchos otros planetas y estrellas brillantes, Mercurio puede ser visto durante un eclipse solar.

Además, Mercurio es más brillante visto desde la Tierra cuando se encuentra entre la fase creciente o la menguante y la llena.

Existe una cierta periodicidad en estos fenómenos, aunque obedece a reglas complejas.

[23]​ Las primeras menciones conocidas de Mercurio, hechas por los sumerios, datan del tercer milenio a. C. Los babilonios (2000‑500 a. C.) hicieron igualmente nuevas observaciones sobre el planeta, denominándolo como Nabu o Nebu, el mensajero de los dioses en su mitología.

En 1639, Giovanni Zupi usó un telescopio para descubrir que el planeta tenía una fase orbital similar a la de Venus y la Luna.

La observación demostró de manera concluyente que Mercurio orbitaba alrededor del Sol.

Un hecho extraño en la astronomía es que un planeta pase delante de otro (ocultación), visto desde la Tierra.

[31]​ Las observaciones por grandes telescopios en tierra no arrojaron mucha luz sobre este mundo difícil de ver, y no fue hasta la llegada de sondas espaciales que visitaron Mercurio cuando se descubrieron y confirmaron grandes e importantes propiedades del planeta.

No obstante, recientes avances tecnológicos han llevado a observaciones mejoradas: en el año 2000, el telescopio de alta resolución del Observatorio Monte Wilson de 1500 mm proporcionó las primeras imágenes que resolvieron algunos rasgos superficiales sobre las regiones de Mercurio que no fueron fotografiadas durante las misiones del Mariner.

Además, para conseguir entrar en una órbita estable el vehículo espacial debe confiar plenamente en sus motores de propulsión, puesto que el aerofrenado está descartado por la falta de atmósfera significativa en Mercurio.

Un viaje a este planeta en realidad es más costoso en lo que a combustible se refiere por este hecho que hacia cualquier otro planeta del sistema solar.

Se esperaba que esta nave aumentara considerablemente el conocimiento científico sobre este planeta.

Estructura interna de Mercurio:
(1) Corteza
(2) Manto
(3) Núcleo.
Imagen de la superficie de Mercurio en falso color obtenida por la Mariner 10 . Los colores ponen en evidencia regiones de composición diferente, particularmente las planicies lisas nacidas de cuencas de lava (arriba a la izquierda, en naranja).
Campo magnético de Mercurio
Órbita de Mercurio (en amarillo).
En una órbita, Mercurio rota 1.5 veces, después de dos órbitas el mismo hemisferio vuelve a ser iluminado.
Tránsito de Mercurio (8 de noviembre de 2006). Imagen captada por el SOHO .
Mercurio según Schiaparelli .
Cartografía de Mercurio realizada por Percival Lowell en enero de 1896.
Mariner 10 .
MESSENGER .
BepiColombo .