En 1859 Carrington y Richard Hodgson observaron por primera vez lo que más tarde se conocería como llamarada solar.
Luego, George Fitzgerald sugirió que la materia expulsada de forma acelerada desde el sol, llega a la Tierra varios días más tarde.
[5] En 1910, el astrofísico británico Arthur Eddington esencialmente sugirió la existencia del viento solar, sin nombrarlo así, en una nota sobre un artículo en Comet Morehouse.
[6] La idea nunca quedó configurada por completo, aunque Eddington también había hecho una sugerencia similar en una dirección de la Royal Institution el año anterior.
Se requirieron cuatro misiones espaciales rusas y siete estadounidenses para resolver la controversia.
El viento solar forma una "burbuja" en el medio interestelar (hidrógeno y helio gaseosos en el espacio intergaláctico).
La magnetosfera de un planeta evita que las partículas procedentes del Sol impacten directamente en su atmósfera o su superficie.
El viento solar afecta a los rayos cósmicos entrantes que interactúan con la atmósfera de los planetas.
Por otra parte, los planetas con una magnetosfera débil o inexistente están sujetos al agotamiento de su atmósfera por el viento solar.
Sin embargo, existe una zona llamada Anomalía del Atlántico Sur, que es una depresión en el campo magnético.
El satélite de la Tierra, la Luna, no tiene atmósfera ni campo magnético intrínseco, y en consecuencia, su superficie es bombardeada con toda la fuerza del viento solar.
Se ha especulado que estos elementos pueden llegar a ser recursos útiles para el futuro de las colonias en la Luna.
A two-region model of the solar wind with collisionless electron heat flux.