Esto da origen a una burbuja magnética en cuyo interior se encuentran los planetas de nuestro sistema solar.
En marzo de 2005, gracias a las mediciones por los instrumentos SWAN (Solar Wind Anisotropies, Anisotropías del Viento Solar) a bordo de la sonda SOHO (Solar and Heliospheric Observatory), se descubrió que la heliosfera no es axisimétrica, sino que está distorsionada, muy posiblemente, por el efecto del campo magnético de nuestra galaxia.
Cuando estos vientos supersónicos alcanzan la órbita de Neptuno se ralentizan al encontrarse con los gases del medio interestelar.
El choque se debe al parecido con la onda que va dejando tras de sí un barco cuando navega en el mar, aunque en este caso el arco estaría formado por plasma.
El choque se produciría debido al impacto del viento interestelar contra nuestra heliosfera.
Los científicos suponían que la heliosfera tenía una cola, y ahora poseen los primeros datos concretos sobre su forma.