Sus fases (porción iluminada vista desde la Tierra) están poco marcadas, hecho que es fácil de demostrar geométricamente.
Esta fase, visible con un telescopio de aficionado, no pudo ser vista por Galileo, quien solamente supuso su existencia.
Estos nutrientes se encuentran en los suelos terrestres, y son necesarios para el crecimiento de las plantas.
Al igual que la Luna y Mercurio, Marte no presenta tectónica de placas activa, como la Tierra.
No hay evidencias de movimientos horizontales recientes en la superficie tales como las montañas por plegamiento tan comunes en la Tierra.
Este hallazgo inesperado de un probable campo magnético global, activo en el pasado y hoy desaparecido, puede tener interesantes implicaciones para la estructura interior del planeta.
Los recientes descubrimientos respecto a la exploración marciana permiten concluir que los datos sobre la presión atmosférica deben ser revisados.
La atmósfera es lo bastante densa como para albergar vientos muy fuertes y grandes tormentas de polvo que, en ocasiones, pueden abarcar el planeta entero durante meses.
[57] La atmósfera primigenia, formada poco después que el planeta, ha dado paso a otra, cuyos elementos provienen de su actividad geológica.
Esto no es de extrañar: los elementos ligeros de la atmósfera (hidrógeno, helio, etc.) son los que más fácilmente se escapan en el espacio interplanetario dado que sus átomos y moléculas alcanzan la velocidad de escape; los gases más pesados acaban por combinarse con los elementos del suelo; el argón, aunque ligero, es lo bastante pesado como para que su escape hidrodinámico hacia el espacio interplanetario sea difícil y, por otra parte, al ser un gas neutro o inerte, no se combina con los otros elementos por lo que va acumulándose con el tiempo.
Al no existir un campo magnético significativo, las partículas cargadas eléctricamente del viento solar penetran en la atmósfera.
Finalmente, el gas escapa por una fisura y acarrea consigo partículas de arena basáltica a la superficie.
[21] En consecuencia, Marte tiene estaciones como la Tierra, aunque allí son casi el doble de largas debido a que su periodo orbital es mucho mayor.
Dada la pequeñez del globo marciano, su observación telescópica presenta interés especialmente entre los períodos que preceden y siguen a las oposiciones.
En general, en sus órbitas alrededor del Sol, la Tierra se adelanta a Marte una vez cada 780 días (26 meses).
La rotación de Marte es cada vez más rápida, sin que se haya podido averiguar su causa.
Las medidas realizadas por Camichel sobre fotografías obtenidas por el observatorio francés del Pic du Midi, han dado para este ángulo 24°48′.
El periodo equivale tres ciclos de 260 días, lo que en términos mayas son 3 Tzolkin, denominado 'Calendario Sagrado'.
Marte posee dos pequeños satélites naturales, llamados Fobos y Deimos, cuyas órbitas están muy próximas al planeta.
Por este motivo aparece en el occidente, se mueve comparativamente, en forma rápida a través del cielo (en 4 horas 15 minutos o menos) y se pone por el Este, aproximadamente dos veces por cada día marciano (cada 11 horas y 6 minutos).
Lowell estaba tan entusiasmado con esta idea que construyó en 1894 su propio observatorio en Flagstaff, Arizona, para estudiar el planeta.
Estos, por lo menos en el sentido con que se habían aceptado hasta ahora, no existen.
Existirán detalles que en sus líneas generales ofrecerán cierto aspecto geométrico, pero esto ya lo observamos en nuestro propio planeta, y obedece solo a leyes naturales, ya sean geológicas, mecánicas, cristalográficas, etcétera, sin intervenir en ello para nada los trabajos humanos […]».
La Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó la sonda Mars Express en junio de 2003, que actualmente orbita en Marte.
[114] Algunos investigadores asumen que las formas regulares podrían ser microorganismos fosilizados, similares a los nanobios o nanobacterias.
Los científicos de la NASA concluyeron que «al menos un 75 % del material orgánico no puede ser contaminación terrestre».
A pesar de hallarse tan próximos, estos satélites solo son visibles en el cielo marciano como puntos luminosos muy brillantes.
Dadas sus pequeñas dimensiones, estos minúsculos satélites apenas pueden disipar las tinieblas de la noche marciana, y ello durante cortos períodos, ya que, al gravitar tan cerca del planeta y en órbitas ecuatoriales, pasan la mayor parte de la noche ocultos en el cono de sombra proyectada por el planeta, o sea sin ser iluminados por la luz solar.
[cita requerida] Marte era el dios romano de la guerra, y su equivalente griego se llamaba Ares.
Además de la ya mencionada Transit of Earth, existen numerosas referencias a Marte en la ciencia ficción, tales como: