Comenzó como un subgénero de la aventura romántica Victoriana tardía y sigue siendo popular en el siglo XXI.
[3] J.-H. Rosny aîné publicaría más tarde The Amazing Journey of Hareton Ironcastle (1922), una novela donde una expedición descubre en el corazón de África una misteriosa zona con un ecosistema de otro mundo, con flora y fauna exóticas.
[4] El novelista estadounidense contemporáneo Michael Crichton invoca esta tradición en su novela Congo (1980), que consiste en la búsqueda de las minas del rey Salomón, legendarias por estar en una ciudad africana perdida llamada Zinj.
El mundo perdido está presente en muchos otros medios de comunicación.
En 1915, el científico ruso Vladímir Óbruchev produjo su propia versión de un mundo antediluviano en su novela Plutonia, que ubica a los dinosaurios y a otras especies del Jurásico en el subsuelo de Siberia.
Escritores posteriores favorecieron la Antártida, especialmente como refugio de especies prehistóricas.
Según Allienne Becker, hubo una evolución lógica del subgénero mundo perdido al género romance planetario: "Cuando ya no había rincones inexplorados de nuestra tierra, los romances de Mundo Perdido se volvieron al espacio".