Durante sus cuatro años en el África meridional, Rider Haggard compaginó sus deberes profesionales como asistente del gobernador con sus estudios sobre los colonos y naturales de la región.
[6] En esta obra, aparece por primera vez su personaje Allan Quatermain, que reunía algunas características del propio autor.
[2] Enviado por el Gobierno inglés, viajó a Estados Unidos para informar sobre los establecimientos agrícolas e industriales instalados allí por el Ejército de Salvación.
[2] Otro nombramiento oficial, como miembro de la comisión real para las colonias, lo que le permitió viajar por Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Canadá hasta principios de la Primera Guerra Mundial, momento en el que regresó a Gran Bretaña.
A esta última debemos la biografía de su padre, The cloak that I left, publicada en 1951.
Otras novelas que escribió fueron Cleopatra (1889), Eric Ojos Brillantes (1891), y Vísperas rojas (1911).
Aunque H. Rider Haggard no es hoy día tan popular como en su época, una de sus obras tuvo un importante impacto en el pensamiento del siglo XX: Ella, citada tanto por Sigmund Freud como por Carl Gustav Jung como prototipo de lo femenino.