Los diferentes personajes de la historia —principalmente, Víctor Frankenstein— se refieren a él usando diversos apelativos: demonio, miserable, desgraciado... De manera significativa, el término "monstruo" se utiliza pocas veces en la novela.
Ese error se cometió ya en las primeras décadas tras la publicación de la novela, pero no empezó a ser popular hasta los años 30, con la famosa película de los estudios Universal protagonizada por Boris Karloff.
La película se basa en gran medida en una obra teatral de Peggy Webling, estrenada en Londres en 1927.
Sus miembros estaban, es cierto, bien proporcionados, y había intentado que sus rasgos no carecieran de cierta belleza.
»Su piel amarillenta apenas cubría la red de músculos y vasos sanguíneos.
Su cabello era largo y sedoso, sus dientes muy blancos, pero todo ello no lograba más que realzar el horror de los ojos vidriosos, cuyo color podía confundirse con el de las pálidas órbitas en las que estaban profundamente hundidos, lo que contrastaba con la arrugada piel del rostro y la rectilínea boca de negruzcos labios.
Pude contemplarlo cuando todavía no estaba terminado y ya entonces me había producido repulsión.
Sin embargo, el continuo rechazo de que es objeto, lo hace convertirse en un ser solitario, amargado y vengativo.
Nada más recibir la vida de su creador, Víctor Frankenstein, es abandonado por éste a su suerte, repugnado por su horrible y abyecto aspecto físico.
Durante varios días, el monstruo, asustado, entristecido e ignorante de su identidad, vaga por los bosques, sobreviviendo como puede a base de bayas silvestres y agua del río.
Conforme el tiempo va empeorando y la comida se vuelve en el bosque cada vez más escasa, busca refugio en un pueblo cercano, donde todos sus intentos por contactar con seres humanos acaban de manera violenta y desastrosa, al ser rechazado por todos por su fealdad.
Envalentonado y furioso, abandonándose a impulsos homicidas, arregla las pruebas de manera que las culpas del asesinato recaigan sobre Justine, la criada encargada de cuidar al niño, la cual es condenada a muerte y ejecutada.
Como el Monstruo, Mary también tuvo una niñez aislada y solitaria, que pasó frecuentemente leyendo o escribiendo.
[9] Otros han visto al Monstruo como el resultado trágico de una tecnología incontrolada:[10] la encarnación del miedo de la gente a crear algo que no se pueda dominar.
También se ha querido ver en su historia una crítica implícita al tradicional conocimiento científico de tipo patriarcal, del que las mujeres están excluidas.
[11] Al mismo tiempo, entroncaría con leyendas medievales europeas sobre la creación de vida artificial, tales como Fausto o el Golem, en las que el componente mágico o sobrenatural habría sido sustituido por la ciencia.
La película, que dura 16 minutos, fue producida por los estudios de Edison y se aparta notablemente del libro.
El Monstruo de Karloff es una figura imponente, de cráneo alto y aplanado, apariencia cadavérica y con unos peculiares tornillos en su cuello, que han quedado como un símbolo del personaje (aunque no se mencionan en el libro) y que se supone actúan como los bornes de una batería, permitiendo que la electricidad entrara en su cuerpo.
En la película y el sus secuelas, el Monstruo aparece como una criatura de mentalidad bastante simple e infantil, si bien en La novia de Frankenstein aprenderá a hablar, aunque con frases cortas y apenas articuladas.
Como el maquillaje de Karloff estaba registrado entonces por los estudios Universal, el maquillador de la película, Phil Leakey, fue instruido para que creara uno enteramente distinto,[20] más humano y menos monstruoso.