Muchos de estos monasterios eran trogloditas, pues los ermitaños o eremitas (los primeros monjes) preferían vivir en cuevas que habilitaban como alojamiento u oratorio.
[4] Algunas fuentes también atribuyen a los rasgos más extremos del movimiento eremítico, sobre todo en zonas como Burgos, Álava y Logroño, rasgos de protesta social, en paralelismo con otros movimientos religiosos como la herejía priscilianista, que pervivió en algunas zonas (Galicia) hasta el siglo VI.
[10] Hay otros monasterios que van surgiendo por sí solos, a partir de un oratorio alrededor del cual se va formando una comunidad.
El patrimonio arquitectónico que sobrevivió casi dos siglos a pesar del abandono será restaurado por estas gentes repobladoras.
En cuanto a su aspecto cultural, fue el centro más importante de lo que hoy es España durante los siglos XI y XII.
En Castilla y León se hicieron muchos conventos pero la mayor parte llegaron al siglo XXI muy deteriorados.
[29] Los monasterios dúplices eran aquellos constituidos conjuntamente por comunidades femeninas y masculinas; en la Alta Edad Media alcanzaron una gran importancia.
Incluso se llegó a redactar un texto llamado Regula Communis[30] especialmente estudiado para este tipo de monasterios.
En un momento dado estos monasterios llegaron a estar oficialmente suprimidos, pero aun así, en el siglo XII, las llamadas monjas tuquinegras[31] convivían en sus monasterios con un gran número de monjes varones que se suponía las protegían y que eran conocidos con el nombre de milites.
Las Órdenes Militares edificaron sus propios monasterios que les sirvieron a la vez como fortaleza de defensa.
Dentro de la iglesia, el púlpito llega a ser un elemento muy importante puesto que estas congregaciones tienen como principal meta instruir y hablar directamente con los fieles.
Los monasterios medievales se fueron manteniendo, aunque algunos sufrieron expolios e incendios, recuperándose de estas pérdidas con nuevas reconstrucciones.
En algunos casos, distintas instituciones provinciales o particulares salieron al paso ideando museos donde poder guardar las piezas artísticas rescatadas, incluso partes de su arquitectura.
Los monjes de Cluny se extendieron por toda Europa fundando los monasterios cuya estructura arquitectónica sería en adelante el ejemplo a seguir, con pequeñas variantes en algunas órdenes monacales.
[39] De una manera general y teniendo siempre en cuenta las posibles diferencias, se pueden describir someramente las partes del complejo monástico español.
Siempre se orientan al este, como el resto de las iglesias cristianas (salvo en aquellos casos en que la toponimia obliga a otra colocación).
Suelen tener tres puertas: la principal a los pies, que da acceso al exterior, otra abierta en uno de los muros laterales para dar paso al claustro (con uso exclusivo de los monjes) y una tercera ubicada en el crucero, que conduce a la sacristía.
Sin embargo en los monasterios femeninos no existe esta necesidad pues cuentan con un solo capellán para toda la comunidad.
Con este fin se crearon muchos hospitales en el mismo recinto del monasterio o en espacios algo alejados.
Los monasterios grandes tenían huertas enormes con todo tipo de instalaciones, como fuentes, canales y norias.
En algunos conventos de órdenes menores se solían construir pequeñas ermitas u oratorios donde acudían por épocas los monjes para hacer penitencia y retiro espiritual.
Pese a los grandes avatares sufridos por los monasterios españoles (incendios, robos, expolios, desamortizaciones, desidia) se conserva aun un cuantioso patrimonio de arte mueble.
Por otro lado, los enterramientos elegidos por estos personajes ya constituían por sí solos una demostración de lujo y valor artístico.
Otros han abierto dentro de sus muros (aprovechando antiguas estancias) un museo donde colocar piezas perdidas y recuperadas; tal es el caso de Poblet cuyo museo ocupa la zona que fue del Palacio del rey Martín el Humano en Poblet.
En cuanto al tesoro que supone la conservación de libros valiosos, ya se hace una referencia en la sección Bibliotecas.
Para este fin hubo un gran número de capítulos generales en que se redactaron las Constituciones pertinentes.
Los abades de Poblet llegaron a ser muy poderosos formando parte del estamento eclesiástico que tenía potestad en las Cortes Generales.
[51] En este pequeño y humilde monasterio se escribió por primera vez las anotaciones o glosas llamadas Glosas Emilianenses, escritas en romance (un castellano poco evolucionado todavía respecto del latín) y dos o tres en euskera, por lo que se ha considerado la cuna de dichas lenguas.
Los diferentes edificios que componen el conjunto monacal están distribuidos en torno a varios claustros de estilos gótico, mudéjar y plateresco.
Además, cerca de 250 monasterios cuentan con una hospedería para seglares que deben seguir unas normas básicas, con un coste mínimo.