Ruy Gómez de Silva logró reclutar 8000 infantes y cuantiosos fondos para la guerra.
Felipe II, por su parte, visitó Inglaterra para recibir ayuda de su segunda esposa, María I Tudor.
Estaba previsto que luego se unieran 18 000 hombres más (sobre todo ingleses y mercenarios alemanes).
Tras esta vanguardia de urgencia, a marchas forzadas, se aproximaba el ejército francés al completo, con unos 22 000 infantes, 8 000 jinetes y 18 cañones.
Sin embargo, poco después, a raíz del profundo desprecio personal que sentía hacia Manuel Filiberto de Saboya, subestimando sus cualidades militares, Montmorency optó por cambiar de intención y ordenó que sus tropas abandonasen otra vez la protección del bosque, haciéndolas desplegar paralelamente mientras su vanguardia cruzaba el Somme.
En este estado de cosas, un nuevo grupo mandado por Andelot cruzó con éxito el río, pero en la orilla izquierda se topó con los arcabuceros españoles, que causaron una gran y cuantiosa matanza entre su tropa.
Tan solo unos 200 franceses lograron alcanzar la ciudad, y el mismo general Andelot resultó herido.
El centro del ejército estaba a las órdenes de Julián Romero, con españoles, borgoñones e ingleses.
Ante esta asfixiante situación, el condestable no tuvo más remedio que presentar allí mismo batalla, desplegando a sus hombres de la mejor manera posible.
Únicamente resistía el centro, donde un apurado Montmorency recibía el implacable fuego de la artillería enemiga hasta que, viéndolo todo irremediablemente perdido, optó por una muerte honorable batiéndose cuerpo a cuerpo sin demasiado éxito.
Los sitiados resistieron hasta el 27 de agosto, cuando una columna española, otra flamenca y una tercera inglesa asaltaron —con un duro cañoneo— varias brechas abiertas en la muralla.