[7] El mar Cantábrico es en realidad una cubeta marina que se formó por la colisión entre las placas indoeuropea e ibérica hace entre 115 a 75 millones de años.
[15] Estas temperaturas son inusualmente altas dada la región geográfica que ocupa el mar Cantábrico, y se deben a los efectos cálidos de la corriente del Golfo.
A la par, desde los años 1990 se ha observado una tendencia al alza del zooplancton y concretamente los copépodos, que constituye el alimento de las anchoas, aumentado en un 2,4 % por década.
[44] En este sentido el Cantábrico ha sido considerado frecuentemente como un mare tenebrosum, cerrado, peligroso y de difícil tránsito.
[59] Estas expediciones comerciales surcaban aguas tan septentrionales siguiendo la denominada ruta del estaño, que permitía la entrada de este mineral en el Mediterráneo.
Durante el resto del año los trayectos cubrirían cortas distancias, dedicadas fundamentalmente a la pesca, y nunca lejos de la costa.
[47][63] A pesar de la mala reputación del Atlántico como un mar extremadamente virulento y peligroso, esto no detuvo la expansión romana.
Hasta tal punto llegó a asentarse la interrelación que en época imperial el Sinus Aquitanus funcionó como un auténtico «lago romano».
Se desconoce si los puertos romanos seguían aún activos, estaban abandonados o únicamente daban servicio a intercambios locales.
[76] A lo largo de 200 años los vikingos asolarían con mayor o menor intensidad una franja costera que iría desde el norte cantábrico hasta toda la costa atlántica española y portuguesa.
[80][89] En respuesta en el año 1405 Pero Niño capitaneó una flota combinada castellana y francesa que destruyó completamente Poole, puerto base del corsario inglés.
[85] Esta potencia naval se mantuvo con ciertos altibajos durante el siglo XV poniendo las bases necesarias, en cuanto a marinos, naves y conocimientos náuticos, para lograr la gesta del Descubrimiento.
[91] La pesca se convirtió en una actividad económica fundamental para las comunidades dependientes del mar Cantábrico, especialmente las capturas de ballenas, hoy extintas en la región.
Normalmente los lugares de abadengo en el Cantábrico eran los que tenían derechos sobre estas pesquerías, reservándose casi siempre una parte del animal.
[101] La ballena franca se estuvo cazando en el mar Cantábrico al menos a lo largo de ocho siglos hasta su extinción.
Gracias a sus naves, los marineros permitieron conectar Castilla con las diferentes plazas mercantiles europeas transportando los productos de consumo necesarios para satisfacer una demanda cada vez mayor.
Las naves corsarias, más ligeras y veloces que los navíos de guerra, eran usualmente lanchas o pataches mercantes armados con cañones.
Tanto España como los Países Bajos habían quedado rezagadas en términos de avances tecnológicos náuticos, dejando a franceses e ingleses con una clara ventaja en este campo.
El País Vasco quedó excluido de este comercio debido a su régimen foral propio y aduanas internas, aunque San Sebastián obtuvo permiso en 1788.
Esto no significó que a la cabeza de esta pesquería siguieran estando los puertos tradicionales, como Guetaria, Bermeo o Santoña.
La industria italiana estaba en auge y la demanda de anchoas superaba la producción, por lo que las fábricas necesitaban más bocarte para satisfacerla.
Con el cierre del mercado italiano, los fabricantes redujeron su producción y dejaron de comprar bocarte, lo que afectó directamente a los pescadores.
Su capacidad para operar de manera sigilosa y atacar a las flotas enemigas desde las profundidades del océano los convirtió en una fuerza temible.
A cambio de permitir el transporte, requería que los buques neutrales proporcionaran hierro, minerales diversos y suministros alimentarios.
[132] En los primeros meses de 1916, varios cargueros españoles que navegaban desde el Cantábrico hasta Gran Bretaña fueron atacados y hundidos por submarinos alemanes.
Los pescadores del Cantábrico solían avistar estos submarinos y, en ocasiones, incluso entablaban conversaciones con sus tripulantes que buscaban adquirir víveres para abastecerse durante sus patrullas.
En los últimos cincuenta años el Cantábrico ha sido testigo de cambios que han alterado profundamente su ecosistema y la relación del ser humano con este entorno marino.
En el último siglo, los asentamientos humanos en la costa este mar han crecido exponencialmente, dando lugar a grandes aglomeraciones urbanas con todos los desafíos que esto conlleva.
Este incremento está estrechamente ligado al crecimiento del mercado global y a las políticas que favorecen el transporte de mercancías por vía marítima.
Las grandes líneas navieras usan este corredor marítimo, vital para Europa y que conecta el Canal de Suez con los principales puertos del norte europeo.