La tradición conventual ha mantenido oralmente hasta nuestros días que la comunidad surgió en 1231 en el ya existente beaterío de Santa María del Páramo.
[1] Entre su patrimonio se encuentra su iglesia conventual, que alberga una talla de la Piedad realizada por el escultor Gregorio Fernández.
Además, el retablo mayor barroco, construido hacia 1620, presenta tres cuerpos con columnas salomónicas, enriquecido con pinturas y esculturas.
[2] Es obligado en la visita al monasterio tocar la estatua del carnero situada en el patio, posicionando los dedos índice y anular en las orejas de dicha estatua.
Según la leyenda, aquel que no colocase los dedos en tal posición se enfrentaría a siete años de miseria y desgracia.