Beato de Tábara

Actualmente se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Madrid (Cod.La Rama I corresponde con las reproducciones más cercanas a la obra original y cuyas ilustraciones se disponían en las columnas del texto.Si bien no se sabe cómo llegó en un primer lugar a León, Gregorio de Andrés sostiene que pudo haberse encontrado en Guadalupe entre el 1590, momento en el que Bartolomé Valverde aconseja al rey Felipe II adquirir tal escrito y 1770, todavía sin ser trasladado.En cuanto a la autoría del texto, el texto bajo la gran omega del colofón nos da bastantes pistas sobre ella:"En verdad bienaventurado tú, que yaces en el claustro enterrado en un sarcófago.Arriba [está] el primer aposento, donde Emeterio durante aproximadamente tres meses se sentó un tanto encorvado y con todo su vigor puso a prueba la pluma.Además de la nota en el colofón, en la hoja 170 se conserva la firma del escriba Monnius en letras capitales ("Monniu presbiter scripsit").El códice está formado por 171 hojas escritas en tinta y cuerpo organizado en cuaterniones (cuatro bifolios, ocho páginas).Además, se sabe que tanto Emeterio como Sennior participaron conjuntamente en la elaboración del Beato de Gerona cinco años después.[8]​ Aunque el Beato de Tábara es un documento importante, destaca más por su valor arqueológico antes que el artístico ya que nos ha llegado demasiado mutilado, únicamente conservándose once ilustraciones en buen estado y otras tres muy estropeadas.Es considerado “distinguido maestro pintor” por su discípulo Emeterio al revolucionar las formas en las que se representaban las miniaturas en el Beato de Morgan: Maius dará cierta autonomía a las imágenes, enmarcándolas y separándolas del texto.[8]​ Sin embargo, las pinturas de Emeterio no logran la energía y brillantez polícroma del Beato de Morgan, sino que se aprecia una tendencia a la simplificación y una preferencia por la simetría axial sobre la calidad narrativa.[14]​ Sin embargo, en ella se conservan todavía restos de un arco de herradura que da a la torre y a la que se debía acceder por una escalera, así como restos epigráficos y escultóricos altomedievales.Aunque parece no haber ventanas, en la realidad seguramente fuera un lugar bien iluminado.El último piso presenta dos antepechos saledizos de madera, dos campaniles para marcar las horas y alertar el peligro, rematado en un tejado a cuatro aguas (al igual que en Santa María de Tábara).Por último, proporciones jerárquicas en las personas las organizan según la importancia para el autor: Emeterio y Sennior son de mayor tamaño que el pergaminero, a su vez mayor que los hombres anónimos en las escaleras.