La bóveda de cañón era conocida y usada por algunas civilizaciones antiguas, entre ellas las del Antiguo Egipto y Mesopotamia, pero fue un sistema de construcción con adobe, utilizado preferentemente en edificaciones auxiliares, como almacenes.
El ejemplo más antiguo conocido es una bóveda de cañón construida con ladrillos cocidos, descubierta en un ziggurat sumerio, en Nippur, que data del 4000 a. C. Las más antiguas bóvedas de cañón en Egipto se encuentran en Requagnah y Dendera, y datan del 3500 a. C. En estos primitivos ejemplos, la bóveda de cañón fue utilizada principalmente para construcciones subterráneas, tales como desagües y alcantarillas, aunque algunos edificios del período egipcio tardío fueron abovedados también de este modo.
[2] Este método sin cimbras fue empleado igualmente en algunas ocasiones en las culturas egipicias y mesopotámicas.
Tras la caída del imperio romano, pasaron varios siglos sin que se llevaran a cabo construcciones cuyo tamaño requiriese abovedamiento.
Aunque fue utilizada por los antiguos Egipcios y en Mesopotamia, conformadas con adobe, solo se construyó en piedra, de forma sistemática, a partir del Imperio romano.
También se utilizó para abovedar sótanos, criptas, vestíbulos, claustros e incluso grandes salas.
En comparación con otras bóvedas, la de cañón es más inestable, ya que ejerce sobre sus elementos sustentantes una fuerte presión, no solo vertical, sino también un empuje transversal;[4] por ese motivo, puede fácilmente derrumbarse si no se refuerzan convenientemente los elementos constructivos que la sustentan.
Debido a la dificultad de horadar el muro sin que afecte a la estructura, los espacios cubiertos por bóvedas de cañón están en general poco iluminados, como suele ocurrir en la arquitectura románica.