Sin embargo, su forma de vida y apostolado no se diferencian en mucho.Algunas órdenes observan la Regla de San Benito que se centró en el trabajo y oración dentro del monasterio, generalmente a las comunidades que siguen ésta se les llama de vida contemplativa.La vida monástica está sujeta a un horario establecido que incluye el rezo del Oficio o de las horas canónicas.Sucesivas reformas monásticas fueron actualizando a los benedictinos, columna vertebral del monacato occidental.[6] En el Imperio bizantino adquirieron los monasterios un prestigio social, riqueza e influencia política inmensos.Su relación cambiante con el Emperador y el clero secular estuvo en el origen de las luchas entre iconoclastas e iconódulos.En particular, los monasterios del monte Athos adquirieron una autonomía especial y un prestigio extraordinario, que aún hoy mantienen.El ideal de locus amenus para la vida monástica se intentaba reproducir en el claustro (lugar encerrado) donde una fuente y un jardín recordaban el Paraíso.En el feudalismo el estamento privilegiado era el clero que, junto a la nobleza, tenía en los monjes su más acabado ejemplo.Los monjes tenían la obligación del trabajo que les imponía la regla ora et labora (reza y trabaja) que era, muy comúnmente, trabajo físico (aunque la parte más dura la solían hacer los hermanos legos).Las primeras órdenes de clérigos regulares en sentido estricto se fundaron durante el siglo XVI.
San Benito escribiendo la
Regla
, pintura en la iglesia de la Abadía de Heiligenkreuz. Las órdenes religiosas siguen una
Regla
de vida. La mayor parte de los monjes siguen o se inspiran en la de San Benito.