A su corta edad y con un padre infante, debido a las intrigas cortesanas en la ciudad portuguesa de Coímbra para quitarlos como posibles sucesores al trono lusitano, este había sido instigado y engañado por sus propios cuñados que lo llevaron a perpetrar el asesinato pasional de su esposa María Téllez de Meneses, la madre de Fernando que entonces solo tenía un año de edad, por lo que debió exiliarse con su progenitor al vecino reino en 1380, en donde el rey Juan I de Castilla —un pariente lejano— le adjudicó al infante lusitano señoríos y títulos nobiliarios.
Dicha villa había sido tomada por los portugueses de 1296, fecha en que el rey lusitano hizo construir un castillo, y una ocupación que fuera confirmada por el tratado de Alcañices al año siguiente hasta la devolución en 1326.
De esta manera, Fernando I apoyó el legitimismo dinástico frente a la usurpación del monarca bastardo Enrique II el de las Mercedes o el Fratricida de la nueva dinastía de Trastámara,[14] por lo que en dicho año la nobleza gallega, liderada por el noble Juan Fernández de Andeiro que se resistía a reconocer a la nueva dinastía castellana, proclamó al soberano portugués como rey de Galicia, aunque solo se hizo efectivo por tres meses.
[14] Además el rey Pedro I —que también era primo segundo materno del infante Juan y por lo tanto sería el tío tercero de su único hijo varón Fernando de Eça— había mandado a asesinar en el real alcázar de Carmona a los otros dos hermanos bastardos adolescentes Juan y Pedro Alfonso de Castilla en 1359.
[4][5][7][8][18] Al haberse enterado la reina consorte Leonor del casamiento secreto de su hermana María, creó un plan en complicidad con su hermano el conde Juan Alfonso Tello, para engañar e incitar al infante Juan para que se casase con su sobrina Beatriz de Portugal y Meneses, hija del rey Fernando I con Leonor, y por lo tanto la legítima heredera al trono portugués, y de esta manera evitar así que se matrimoniara con un rey castellano que promoviese la unión dinástica.
[19][20] Como la reina consorte veía en su hermana casada con un infante portugués a la futura consorte del reino, sembró intrigas en la Corte portuguesa, ya que le hacía peligrar el mando y pudiera así quedar fuera del imperio —y realmente quien tenía un amante era ella misma, por su amorío con el ya citado Juan Fernández de Andeiro que lo hizo nombrar conde de Ourém— y por dicha blasfemia el infante Juan creyó haber confirmado que su primera esposa María Téllez de Meneses le había sido infiel, antes de octubre de 1378, o sea entre los meses de agosto y septiembre.
[31] Por dicha causa el infante Juan, a pesar de que el rey portugués lo dejara fuera del testamento el año anterior como al resto de sus hermanos, finalmente consiguió el perdón real y se dirigió hacia el norte para afincarse solitariamente y con gran arrepentimiento de lo ocurrido en alguna parte de la región de Entre Douro e Minho.
[39] Posteriormente Fernando seguiría con la tía antedicha o tal vez con la madrastra en el castillo de Valencia de Don Juan y/o con algún otro pariente hasta su mayoría de edad, para luego pasar a residir en el territorio gallego de la Corona castellana hacia 1404, cuando su madrastra falleciera y las dos media hermanas repartiesen, como ya se citará, la herencia paterna.
[44][45][46][47] Por dicha razón de parentesco y por mantener una estrecha relación entre ambos,[39] el duque Fadrique le donó de forma vitalicia a Fernando de Portugal en la comarca del Deza solo la villa homónima, la cual fue renombrada de manera feudal para diferenciarlo del antiguo condado del mismo nombre como señorío de Eza, y en portugués como senhorio d'Eça que daría origen a un nuevo apellido toponímico.
A los hijos que le sobrevivieron y estuvieron en los últimos días con él, les dio su bendición, les dijo que fuesen a servir a su rey que era el de Portugal y les pidió ser enterrado con la vestimenta franciscana.