La nobleza portuguesa era una clase social consagrada en las leyes del Reino de Portugal con privilegios, prerrogativas, obligaciones y reglamentos específicos.
La nobleza se situaba inmediatamente después de la realeza y se subdividía a su vez en una serie de subcategorías que incluían la nobleza titulada y la nobleza de sangre en la cúspide y la nobleza cívica en la base, abarcando una proporción pequeña, pero no insignificante, de la ciudadanía portuguesa.
El acceso formal era concedido por el monarca mediante cartas de ennoblecimiento y el estatus de una familia dentro de la clase noble estaba determinado por servicios continuados y significativos prestados a la Corona y al país.
Durante la monarquía portuguesa, además de disfrutar del estatus más privilegiado y del acceso a la Corte, los miembros de la nobleza, en particular la nobleza titulada, incluyendo a los principales jerarcas de la Iglesia católica, ocupaban los cargos más importantes del Estado: administrativos, judiciales, políticos y militares.
No obstante, la nobleza – hereditaria o no – continuó siendo reconocida por la ley como un estatus con ciertas prerrogativas, aunque puramente honoríficas, hasta el establecimiento de la República Portuguesa en 1910.