Al recordarle el rey Pedro la muerte de su madre, Leonor de Guzmán, Tello, que por entonces contaba con apenas catorce años de edad, respondió: Señor, yo non he otro padre, nin otra madre salvo la vuestra merced.
En su último testamento legó Vizcaya y Valmaseda a su hermano el rey Enrique II de Castilla.
En la lauda reposa la figura yacente del difunto, vestido con el hábito franciscano y portando una espada en sus manos, aunque no se conserva la parte de la hoja.
Estos mismos escudos, sostenidos por angelotes, fueron reproducidos en el frontal de la lápida de piedra que se colocó en el siglo XVI y cuyo origen parece ser italiano.
El frontal posterior de la caja sepulcral muestra un relieve de la Crucifixión que se conserva en mejores condiciones que el resto.