Tras la reconquista se puebla la zona en torno a la torre "Esteban Hambrán", que ya se denominaba así en el siglo XIII.
A comienzos del siglo XV pertenecía al señorío de Pedro López Ayala, vendiéndose en 1436 a Álvaro de Luna.
Años más tarde, cuando Juan II confisca los bienes de este último, pasa a ser propiedad del rey.
A mediados del siglo XIX, la villa tenía contabilizada una población de 1121 habitantes.
En el municipio se encuentran la iglesia parroquial de Santa María Magdalena y las ermitas de Santa Ana y San Roque.