También tuvo un importante componente de guerra civil a nivel nacional entre afrancesados y patriotas.[25] El 2 de abril Napoleón se puso en camino hacia Bayona, habiendo dado instrucciones a Murat para que Carlos IV y Fernando VII se dirigiesen a territorio francés.[25] Fernando VII no encontró a Napoleón en Burgos y continuó su viaje hasta Vitoria, donde tampoco lo halló.Entonces Napoleón envió una carta Fernando VII invitándole a reunirse con él en Bayona para conferenciar sobre su reconocimiento como rey de España,[25] al tiempo que mandaba otra misiva a Bessières, con tropas en Burgos y Vitoria, diciéndole que si el monarca daba la vuelta fuese arrestado y conducido a Francia.Carlos IV pasó a residir en Compiègne, luego en Marsella y, en 1812, en Roma.La difusión de las noticias sobre la represión ejercida por los franceses en Madrid y en otras localidades alentó la insurrección.El bajo clero fue un eficaz agente movilizador: su agitación y sus proclamas resultaron cruciales para transformar una serie de revueltas aisladas en una acometida general contra los franceses, que prendió con fuerza en medios populares.Las instrucciones de Fernando VII al marchar hacia Bayona (Francia) fueron terminantes: mientras él estuviera fuera del país, las instituciones españolas debían cooperar con los generales galos.En un primer momento, la administración en pleno acató la orden: desde el Consejo de Castilla hasta los corregidores municipales.Al extenderse la insurrección, en las ciudades y pueblos alzados se fueron formando juntas locales.Integraban dichas juntas los notables de cada ciudad o municipio: propietarios, comerciantes, clérigos, abogados y nobles, muchos con experiencia en las instituciones del Antiguo Régimen.Nacidas para solventar una situación imprevista, las juntas tuvieron un carácter provisional y por ello limitaron su actividad a organizar la resistencia, sostener el esfuerzo de guerra, garantizar la intendencia y preservar el orden público.[28] Ese mismo día, un ejército compuesto por militares y milicias campesinas logran impedir la marcha de las columnas imperiales a su paso por el puerto del Bruch, causando la primera derrota relevante del ejército francés.El mariscal Ney conquistó otra vez Bilbao y volvió a saquearla.No le gustaron las operaciones de sus mariscales en torno a Bilbao porque su plan maestro era dejarse envolver por los flancos y a continuación, cuando los españoles creyesen tenerlo atrapado, romper por el centro con fuerzas abrumadoras.Una vez hecho esto, podía caer sobre cada ala española y aplastarlas antes de ir derecho a por Madrid.Se enfadó más cuando supo que sus fuerzas habían sufrido una pequeña derrota táctica en Valmaseda el 5 de noviembre, pero pronto iban a cambiar las tornas.Los franceses evacuaron definitivamente Andalucía tras una serie de frustrados intentos como el del "sitio de Tarifa", localidad gaditana que durante las navidades de 1811 resistió un asedio en el cual las tropas del general Francisco Copons y Navia aliadas con las tropas británicas comandadas por el coronel John Byrne Skerrett derrotaron a las tropas del general Jean François Leval, muy superiores en número.Así pues, la opción de tomar la plaza dada su importancia estratégica fue un fracaso total.Así pues paradójicamente la guerra finalizó en la misma localidad donde se había originado: Bayona.Un aparente paseo militar se había transformado en un atolladero que absorbía unos contingentes elevados, preciosos para su campaña contra Rusia.Al mismo tiempo Napoleón se apresta a defender su frontera hasta poder negociar con Fernando VII una salida.Napoleón dirá después: "Me embarqué de muy mala manera en este asunto, lo admito; la inmoralidad se mostró muy obvia, la injusticia fue demasiado cínica, y la suma de todo esto ha seguido siendo muy desagradable".Al igual que ocurrió en otros territorios afectados por las guerras napoleónicas, el territorio español sufrió un grave expolio y destrucción de su patrimonio artístico, solamente comparable al sucedido durante la guerra civil española (1936-1939).El robo de joyería y piezas de orfebrería también fue muy común, dado que los pequeños objetos podían esconderse con facilidad y los metales preciosos eran fundidos en lingotes para facilitar el transporte.La asociación entre esta guerra y la destrucción del patrimonio histórico-artístico quedó fijada en la mente de muchos españoles, hasta el punto de que «igual que cualquier construcción antigua era atribuida por nuestros abuelos a "los moros", cualquier destrucción se asignaba sin más (y todavía se asigna muchas veces) a "los franceses"».Los ejércitos contendientes y las guerrillas se aprovisionaron sobre el terreno mediante requisas.La devastación y los robos diezmaron la producción agraria, mientras que los campesinos no se animaron a cultivar por la incertidumbre.No solo cayó la producción agrícola, hubo industrias que casi desaparecieron como la textil lanera de Castilla, ya que los rebaños de ovejas merinas sirvieron para alimentar a las tropas.Por último, la guerra generó un fuerte déficit en las finanzas públicas: en 1815 la deuda estatal superaba los 12 000 millones de reales, cifra veinte veces superior a los ingresos anuales ordinarios.
Resistencia del pueblo de Valdepeñas
contra los franceses (junio de 1808). Las insurrecciones populares contra las tropas de ocupación fueron debilitando al ejército francés.
Y son fieras
, uno de los dibujos realizados por
Francisco de Goya
de la serie
Los desastres de la guerra
, que detalla los horrores y crueldades cometidos en la Guerra de la Independencia Española. En este dibujo se muestra la participación valerosa de las mujeres, incluso una de ellas sosteniendo con el brazo a su hijo mientras pelea contra un soldado francés.
Escena de la ocupación francesa
, de
Eduardo Zamacois y Zabala
(
Walters Art Museum
, Baltimore, 1866). La obra muestra a un grupo de guerrilleros ocultando el cadáver de un soldado francés previamente emboscado y asesinado.
Captura del
general Delonne
por los guerrilleros del fraile Juan Bautista Mendieta cerca de
Zamora
, en junio de 1809.
Grabado número 33 de
Los desastres de la guerra
, «¿Qué hay que hacer más?», en el que
Goya
refleja la brutalidad y los abusos cometidos contra los civiles durante la guerra.