Invasión francesa de Sevilla

[2]​ Tras esto, comenzó a organizarse la resistencia desde el sur de España.

[4]​ Al mismo tiempo envió a Cádiz a Eusebio de Herrera y Rojas, Pedro de Creus y Enrique Macdonel para hablar con el almirante Cuthbert Collingwood.

En el barco La Venganza iba también Rafael Lobo, al que se le dio la orden de pasar al Báltico para intentar ayudar a las tropas en territorio danés.

La junta notó esta huida y decidió marcharse también, haciéndolo a la una de la madrugada y en silencio para que nadie se diera cuenta de que se marchaban.

La ciudad de Sevilla no estaba mal defendida en cualquier caso, ya que contaba con unas murallas bien conservadas y con 300 cañones, por tanto existían posibilidades de éxito.

Al acercarse las tropas francesas, toda la Junta sevillana decide marcharse, pero al no ser seguras las vías hacia Cádiz deciden tomar otro camino y dejan Sevilla por el puente de Triana.

[11]​ Otros que se prepararon para la llegada fueron los capuchinos del convento de las Santas Justa y Rufina, que empacaron sus cuadros de Murillo y se los llevaron a Cádiz.

Sin embargo, estas acciones defensivas no estaban lo suficientemente organizadas para resistir al grande y bien armado ejército invasor.

También se pedía que no se fuera contra las personas por sus opiniones políticas o contra quienes hubieran estado implicados en labores de defensa con el anterior gobierno.

Tras recibir la bienvenida del cabildo catedralicio, se trasladó al Alcázar.

Algunos vecinos adornaron sus casas con colgaduras y los edificios públicos se iluminaron por la noche.

[17]​ Los franceses incumplieron este punto de las capitulaciones y los religiosos sevillanos fueron expulsados de muchos conventos, que fueron convertidos en cuarteles, abandonados y saqueados para engrosar los "bienes nacionales".

Las dos iglesias fueron derribadas siguiendo los planes urbanísticos del francés Mayer y en su lugar se construyeron plazas.

Goyeneta fue además hermano mayor del Gran Poder y tiene una calle estrecha de Sevilla a su nombre.

[23]​ Eusebio Herrera, que había sido un destacado patriota con el gobierno anterior,[24]​ se dispuso a colaborar con los franceses.

Herrera, que ya había sido entre 1807 y 1808 teniente alcaide del Alcázar, fue nombrado por José I intendente para la administración de bienes o rentas dependientes del mismo.

[26]​ Estando en Sevilla, José I aprobó un decreto por el que creaba una nueva milicia urbana cívica al servicio de los franceses y otros decretos para la represión de cualquier oposición a su régimen.

Las hermandades acordaron no realizar ese año no procesionar en Semana Santa por el precario estado en que se encontraban y como protesta por la ocupación, pero por presiones del propio José I finalmente procesionaron el Viernes Santo las del Prendimiento, el Gran Poder y la Carretería.

Cuando Quilliet llegó a Sevilla descubrió que, antes de la llegada de los franceses, se habían llevado muchos cuadros valiosos para evitar una eventual rapiña.

[30]​ Algunos ciudadanos destacados se afrancesaron, como el Abate Marchena, Manuel María de Arjona, Félix José Reinoso y Alberto Lista.

José Bonaparte , reinando como José I en España desde 1808
Sello de la Junta de Sevilla. 1808.
El mariscal francés Jean Nicolas de Juan-Soult .
El Nacimiento de la Virgen, de Murillo , saqueado de Sevilla y expuesto hoy en el Museo del Louvre de París.