Es un enfrentamiento que se da en el frente peninsular durante las guerras napoleónicas entre uno de los ejércitos españoles que se niegan a aceptar como legitimo el gobierno de José Napoleón I y las tropas del Primer Imperio francés.
De hecho, tras la retirada británica esas tropas, junto con las milicias conocidas como “Alarmas Gallegas”, organizadas por los obispos y la burguesía y aristocracia locales, reconquistarán las siete provincias en las que se divide el reino de Galicia en esos momentos, expulsando de ellas a las unidades francesas bajo mando del mariscal Ney y liberando todo el territorio gallego definitivamente para el resto del período de la Guerra de Independencia o fase peninsular de las guerras napoleónicas.
[1] Con el notable apoyo político, económico y territorial de esas siete provincias libres del dominio napoleónico, la ayuda británica no tardará en regresar a la Península a través de Portugal, animando aun más a los ejércitos españoles supervivientes a las derrotas del otoño de 1808 y comienzos del año 1809.
Una victoria que sin embargo no es explotada a fondo, replegándose las tropas del Parque hacia Alba de Tormes.
Se fragua así la nueva batalla que tendrá lugar en Alba de Tormes el 28 de ese mismo mes y año.
A ese general con el mando supremo de las mismas, se le ha achacado así situar a esas tropas sobre campo abierto y dispersarlas a ambos lados del Tormes para que descansasen y obtuvieran nuevas raciones, pero sin tomar precauciones frente a la vanguardia de Kellermann, que ya habían avistado en persecución suya durante su repliegue hacia Alba de Tormes.
Todas las obras históricas más próximas a los hechos coinciden en ese punto.
[5] Posteriormente se repercute ese relato en artículos de publicaciones especializadas como “La revista militar”, que en uno de sus números del año 1852 analizaba la táctica empleada por el duque del Parque frente a fuerzas superiores de Caballería enemiga.
[8] Autores de orígenes extranjeros -como el barcelonés de ascendencia germánica Víctor Gebhardt- reforzarían ese relato e incluso lo reducirán aún más, reflejándolo como una derrota española sin paliativos en obras con sucesivas ediciones en español desde el año 1862.
[10] Príncipe indica, sin embargo, que esa aparente victoria engaña al duque del Parque y así será sorprendido por el siguiente movimiento de Kellermann que manda dos regimientos de dragones al mando del general Théodore François Millet para flanquear esa meseta.
Por un lado una desordenada desbandada que da por inútil toda resistencia -como en el caso de las tropas mandadas por Losada- y en la que el duque del Parque no podrá poner orden alguno.
Por otro lado, sin embargo, el general Gabriel de Mendizabal e Iraeta, segundo al mando del Ejército del duque del Parque, organiza una férrea resistencia que desbarata la ofensiva de Kellermann y malogra una victoria decisiva para este general francés, impidiéndole explotar a fondo la derrota parcial de algunas de esas unidades españolas.
No sólo en obras decimonónicas como las ya mencionadas de Nard y Gebhardt, sino en publicaciones actuales donde relatos diversos sobre los hechos o personajes involucrados en ellos -como el duque del Parque o el general Lorcet- ignoran completamente las órdenes dadas por el general Gabriel de Mendizabal e Iraeta secundado por el mariscal Martín de la Carrera y otros mandos para formar cuadros de Infantería que detuvieran el avance de la Caballería de Kellermann.
[13] Esa acción será letalmente eficaz, sosteniéndose las líneas españolas en esa formación durante horas y viéndose los oficiales franceses obligados a instar a las mismas a capitular dada la feroz resistencia ofrecida ante las sucesivas cargas lanzadas contra esos cuadros.
Mendizabal es, para la fecha, noviembre de 1809, un general con experiencia y fogueado en diversas campañas.
[15] Igualmente, una vez iniciada la Guerra de Independencia, Gabriel de Mendizabal e Iraeta estará presente en distintas acciones a lo largo del año 1808 y 1809.
[16] Esa acción, tal y como la conocemos a través de diversas fuentes, apenas ocupa unas pocas horas de esos acontecimientos, sin embargo, por sus resultados en el lugar y el momento histórico preciso, debe ser detallada en toda alusión que se haga a la primera Batalla de Alba de Tormes.
[17] Si seguimos el relato de esos mismos hechos reconstruido por Arsenio García Fuertes, los generales Cabrera, Losada y Belvedere se pondrán de inmediato a las órdenes de Mendizabal al ver la desbandada en torno al Tormes y el puente que lo une con esa población.
Esos cuatro generales, Mendizabal como mando supremo, Cabrera, Losada y Belvedere, tienen ante ellos una fuerza formidable de 3000 jinetes que no han conocido la derrota y han inmortalizado los nombres de sus regimientos -de húsares, de cazadores a caballo, de dragones...- en batallas como Austerlitz o Eylau.
[20] La resistencia de esas unidades formadas en cuadro será tan formidable que causará numerosas bajas a las tres cargas sucesivas de la Caballería napoleónica.
Así Mendizabal responderá, según el testimonio del teniente Novoa, “Á mí capitular jamas me es dado,/ Y solo pelear constantemente/ Al General en Gefe ese recado/ Que yo solo respondo de este modo: “Soldados fuego” y que perezca todo”.
Independientemente del adorno poético que añade Novoa a su relato, los hechos se verificarán en esos términos, totalmente coherentes con la trayectoria militar de Mendizabal desde sus primeras acciones en el Norte de África y, en especial, desde las de Cataluña y su provincia natal durante la guerra contra la Convención francesa entre 1793 y 1794.
[22] Como señala el profesor García Fuertes, los regimientos conducidos por Mendizabal de manera tan acertada, se convertirán desde ese momento en casi leyenda entre las tropas españolas que se oponen a la invasión napoleónica por esos hechos que aunque no lograron una victoria total, sí permiten la retirada y dispersión -incluso en medio de la confusión y el pánico que sigue a la retirada de las unidades bajo mando de Mendizabal- del grueso del Ejército del duque del Parque.
Kellermann queda así dueño del terreno, pero incapaz de explotar a fondo su relativa victoria al haberse desbandado las unidades españolas en diferentes direcciones, lo que permitirá, más adelante, volver a reagruparlas para continuar la lucha con mayor éxito a partir de 1810.
Diccionario Universal de Literatura, Ciencias, Artes, Agricultura, Industria y Comercio.
Manual del Profesorado de Instrucción Primaria, elemental y superior.