Tras subir entre los bosques que bordean la cuenca del río Izana, se optó por actuar en la zona próxima a la pequeña localidad de Osonilla.
Las tropas francesas, con un millar de infantes y 70 u 80 caballos marchaban lentamente, tanto por el abundante botín que portaban como por el temor a sufrir emboscadas.
Así pusieron especial cuidado en traspasar el conocido como Portillo de Andaluz, estrechamiento en el que esperaban un ataque.
Fueron perseguidos hasta Navalcaballo donde el Brigadier Durán ordenó cesar la persecución y regresar a Almazán.
Así mismo se liberó a dos empleados de la Real Hacienda que eran trasladados como prisioneros.